
Yamandú Orsi vivió sus primeros años en una casa humilde sin luz eléctrica, con un inodoro a la turca y en una zona tan rural que, al llegar aquella ambulancia, se escondió porque nunca había visto una. Su única hermana, casi siete años mayor, recuerda que lo buscó hasta encontrarlo. “Estaba entre el ropero y una cama, agachadito allí, con los ojos que se le saltaban de la cara, del susto”, recuerda Luján Orsi.
La ambulancia no venía por él sino por su padre, inmovilizado por una hernia discal que padeció como consecuencia de su trabajo sulfatando parras para venderle uvas a una bodega.
Pero Orsi, con apenas cuatro años, ignoraba aquello. También ignoraba que su vida estaba dando en ese momento uno de los giros sorpresivos que lo llevarían ayer a ser electo presidente.
El éxito político de este docente de historia de 57 años se debe a todo lo que vino después de la aparición de esa extraña ambulancia.
La hernia de disco obligó al padre de Orsi a mudarse con su familia, en 1972, a la ciudad de Canelones, para trabajar y vivir en un almacén.
Era un comercio típico de la época, una casona esquinera antigua donde los Orsi vendían desde frutas hasta queroseno y conversaban sin prisa con los clientes.
“El lugar se volvió un confesionario de las alegrías y las tristezas”, rememora Luján, y sirvió para que su hermano viera las diferencias sociales que ahora remarca en sus discursos, e incluso para que aprendiera el trato personal con la gente que reivindica en política.
“Quizás ahí se pulió eso”, reflexiona la hermana, que le había enseñado al ahora presidente a leer, escribir, sumar y restar jugando a ser su maestra cuando todavía vivían en el campo y él no había comenzado la educación formal.
En la ciudad de Canelones, Orsi ayudó a sus padres con las labores del almacén por más de dos décadas, en paralelo con sus estudios: desde niño, cuando iba a una escuela pública de la zona, hasta después de recibirse de profesor.
Su interés por la política se despertó cuando era adolescente, con la efervescencia que había en Uruguay por el retorno de la democracia tras la dictadura militar entre 1973 y 1985. Hasta entonces, la mayor pasión de Orsi era la danza folclórica, actividad que lo llevó a integrar un ballet municipal y a viajar a festivales en la región: algo raro en una generación fascinada por el rock.
La música de cantantes populares que volvían a Uruguay del exilio –como Alfredo Zitarrosa o Los Olimareños– influyó en la inclinación de Orsi hacia la izquierda política, algo que le valió discusiones con sus padres, que solían votar opciones conservadoras y años después lo votarían a él antes de fallecer.
También fue importante en su rumbo ideológico el pasaje por el Instituto de Profesores Artigas (IPA) de Montevideo, donde se formó como docente en un ámbito con fuerte presencia de la izquierda.
Orsi está casado en segundas nupcias con Laura Alonsopérez, una bailarina y coreógrafa con quien tuvo dos hijos mellizos a los 45 años mediante fertilización asistida, una niña y un niño que acaban de cumplir 12.
Por influencia de su madre, costurera, tomó la comunión y llegó a ser monaguillo. Pero se alejó de la religión al entrar en la política y hoy se define agnóstico.
Inició su militancia en el Frente Amplio en un comité de base de Canelones y, en 1990, se sumó al Movimiento de Participación Popular (MPP).
Al año siguiente, se recibió de profesor de historia y dio clases en liceos públicos del interior del país, yendo de uno a otro en transporte público y volviendo al almacén al final del día.
Su vida tuvo otro giro inesperado en 2005, cuando el MPP lo eligió para ser secretario general de la Intendencia de Canelones.
Ese primer cargo de confianza política lo llevó a abandonar la docencia a sus 38 años. Una década después, fue electo intendente del departamento. Fue reelegido en 2019 y renunció al cargo en marzo pasado, con altos índices de aprobación, para lanzar su carrera a la presidencia impulsado por José Mujica.
Orsi se consagró candidato del Frente Amplio en las elecciones internas de junio, cuando se impuso a la exintendenta de Montevideo, Carolina Cosse, hoy su vicepresidenta.