Democracia en riesgo: Botero alertó en Uruguay sobre el poder de las plataformas digitales y la desinformación

Durante dos días, se desarrolló en Montevideo un simposio internacional que abordó uno de los fenómenos más complejos y recurrentes de este tiempo: la desinformación. Organizado por el semanario Búsqueda en alianza con la organización argentina Chequeado, con el apoyo de la Unión Europea y la Universidad Católica del Uruguay –que ofició de anfitrión–, el encuentro reunió a especialistas de América Latina y Europa para reflexionar sobre los desafíos que enfrentan las democracias en el entorno digital.

La conferencia magistral de apertura, el lunes 4 de agosto, estuvo a cargo de la abogada y académica colombiana Catalina Botero, figura de referencia en materia de libertad de expresión en la región.

Botero no escatimó elogios para el país anfitrión. “Estoy feliz de estar esta mañana en Uruguay. No hay ninguna persona que yo conozca en América Latina, nadie –defensores de derechos humanos, empresarios, intelectuales, académicos– que no consideren que Uruguay es lo que todos deberíamos ser”, expresó al comienzo de su intervención. “Y yo sé que a algunas personas que viven en Uruguay a veces les parece aburrido. En Colombia uno duerme siesta y quedó desactualizado. Ya pasaron tres ataques, el presidente sacó siete tweets, nos peleamos con Estados Unidos, nos reventaron los aranceles. Pero la paz social y el tejido social que tiene Uruguay es un placer”.
La exrelatora especial para la Libertad de Expresión de la CIDH repasó su tránsito personal desde el entusiasmo con el potencial democratizador de Internet –dominante en la primera década del siglo XXI– hacia una posición de creciente escepticismo, alimentada por episodios como el escándalo de Cambridge Analytica, la crisis de Myanmar, el Brexit o el plebiscito por la paz en Colombia.

“Perdimos una oportunidad enorme que luego se recompuso, pero no sin dificultades. Esa información falsa se difundió muy estratégicamente y muy eficientemente en Internet. Y perdimos el plebiscito, y perdimos una oportunidad enorme”, remarcó.

A partir de allí, Botero describió lo que considera uno de los mayores problemas de las plataformas digitales: la desinformación a escala que afecta bienes públicos, especialmente en materia de salud o procesos electorales. “No se trata de controlar a la gente que dice mentiras en Internet. Eso no puede ni debe ser controlado.

¿Quién controla eso?”, se preguntó. “Lo que hay que enfrentar es la desinformación a gran escala, como fenómeno estructural”.

Según explicó, se trata de un tipo de contenido “producido con la intención de engañar a las personas”. “O por lo menos de hacer que las personas no crean en nada, que se rompa la confianza en las instituciones tradicionales del conocimiento, como la academia, los medios o las instituciones de salud”, continuó la colombiana.

Ese tipo de información –alertó– se basa en una mezcla sofisticada de manipulación algorítmica, segmentación de datos, interacciones automatizadas por bots y reproducción emocional en cámaras de eco. “Las plataformas nos conocen mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos”, advirtió.

Botero también apuntó contra la hipocresía de ciertos discursos que enarbolan la libertad de expresión mientras socavan las instituciones democráticas. “En la cultura estadounidense hay una especial deferencia hacia la Primera Enmienda. Pero hoy tienen un gobierno que ataca a los medios, castiga a las universidades y encarcela personas por tener tatuajes. Es una hipocresía”, sostuvo. “En Europa, en cambio, saben por experiencia que la libertad de expresión a veces necesita límites. Y que esos límites pueden ser compatibles con la democracia si son proporcionales”.

En ese sentido, destacó positivamente el ejemplo de la Unión Europea, que recientemente adoptó un paquete de leyes para regular los servicios digitales. “La Ley de Servicios Digitales no le entrega al Estado la posibilidad de controlar la narrativa. Establece principios de transparencia significativa, rendición de cuentas y evaluación de riesgo”, explicó.

“No es suficiente que las plataformas digan lo que quieren decir. Deben dar la información necesaria para que sepamos cómo operan sus algoritmos, cómo toman decisiones de diseño, qué políticas implementan, cuántos moderadores de contenido tienen en contextos electorales”, añadió la experta.

Al mismo tiempo, Botero valoró la decisión europea de prohibir la microsegmentación en campañas electorales. “Estamos tarde para prohibir que cada uno vea una campaña diferente. Hay que garantizar que todos los ciudadanos vean la misma información política en una elección”, afirmó.

La académica colombiana también dedicó unos minutos a cuestionar la falta de cooperación regional en América Latina. “No somos capaces de diseñar un modelo regional de defensa en seguridad pública, y entonces quedamos en manos del modelo Bukele (presidente de El Salvador), que no es sino una dictadura”, sentenció. “¿En qué momento vamos a hablar sobre las plataformas si ni siquiera podemos ponernos de acuerdo sobre los temas esenciales?”.

Lejos de caer en el derrotismo, Botero concluyó con una apelación a que se puede y se debe regular sin sacrificar los valores democráticos. “Las plataformas eliminan contenido que incita al suicidio o la violencia sexual. ¿Por qué no podrían aplicar filtros a otros contenidos que atentan contra la integridad democrática? Lo que pasa es que eso es caro. Y parece que les importa más acumular que las condiciones que hacen posible esa acumulación”, dijo.

La jornada del lunes continuó con un panel de debate sobre tensiones entre libertad de expresión y regulación, con la participación del jefe de sección Política de la Delegación de la UE en Uruguay, Jan Mikolaj Dzieciolowski, la doctora en Ciencias Sociales Carolina Aguerre, y el director ejecutivo de Agesic, Daniel Mordecki.

El segundo día del simposio estuvo centrado en experiencias de verificación y buenas prácticas en Uruguay y la región.

Se presentaron proyectos como la alianza Comprueba, una iniciativa chilena de verificación electoral; los desafíos del fact-checking frente a la inteligencia artificial, abordados por Ana Laura García Luna de Chequeado; un reporte de tendencias de desinformación elaborado por la diaria; y una investigación transnacional sobre estafas digitales a cargo de Búsqueda y La Silla Vacía.

En tiempos de saturación informativa, el simposio en la Universidad Católica apuntó a que las democracias no puedan darse el lujo de mirar hacia otro lado. Así lo remarcó Catalina Botero: “La democracia no está teniendo un futuro brillante en muchos lugares del mundo. Y eso también es responsabilidad de las plataformas”.