En los primeros dos meses del año, la DGI recaudó 1,6 por ciento menos ($ 23.313 millones de recaudación neta), y sin considerar los tributos reintegrados, llegó a $ 31.465 millones, similar al año pasado. Con guarismos estancados en un país de economía dolarizada, determina además un incremento de precios, que a la postre reduce la capacidad de compra y, por ende, genera un descenso en el movimiento comercial. Es decir que la baja se explica por menores ingresos de los impuestos al consumo.Solo en febrero, estos ingresos cayeron 6,4 por ciento, el IVA 1,2 por ciento y se mantuvo estancado en el bimestre anterior. Los impuestos a la renta produjeron 10,7 por ciento más ingresos (aumentaron IRAE en 7,9 por ciento, IRPF en 17,9 por ciento e impuestos a la propiedad en 1,3 por ciento) y en gran parte se explican las razones por las cuales, la recaudación no fue menor en el segundo mes de este año.A esto deben sumarse otras variables negativas pero que aportan a la idea global. La Unión de Vendedores de Nafta del Uruguay informó que el consumo de gasoil –en el último año móvil– bajó en 17,9 millones de litros y las naftas en casi 5,5 millones de litros. En lo que va del año, según datos oficiales, el total de las exportaciones cárnicas cayeron 19,2 por ciento. Entre enero y marzo de este año se exportaron por U$S 327,7 millones, contra 405,6 millones del mismo período del año pasado. Por carne vacuna bajó un 20,6 por ciento y de carne ovina disminuyó un 4 por ciento. Por lo tanto, también bajó la faena (7 por ciento para vacunos y 27 por ciento en ovinos).China continúa ubicado como el principal destino de nuestras exportaciones cárnicas, pero nos alejamos de la región, en tanto Brasil compró 30,3 por ciento menos que el año pasado. Además, el último informe del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Católica revela fallas importantes en la apertura comercial hacia el exterior, con encarecimientos internos y pagos de aranceles que pueden disminuirse si se lograran acuerdos favorables al país. A esto se suma el anclaje que sostiene el país con pocos destinos (el 54 por ciento de las exportaciones a cinco destinos), además de la fuerte dependencia de la carne (principal producto exportado) y el petróleo, que registró la mayor importación.En círculos oficiales preocupa la baja inversión (pública y privada), el déficit fiscal que el Ministerio de Economía y Finanzas debió corregir al alza en 4,3 por ciento del Producto Bruto Interno. Es un escenario poco alentador para la creación de fuentes de trabajo.De hecho, la recaudación tributaria confirma una tendencia a la baja que se constataba desde el año pasado, a pesar de los registros mostrados por el ministro de Trabajo, Ernesto Murro, tanto a nivel nacional como cuando estuvo en Paysandú.La relativización constante de las cifras de desempleo y el desmentido sobre el cierre de empresas, no se sostiene con la realidad. Si la DGI recauda menos y bajaron las exportaciones, entonces se observan señales incuestionables de una realidad paralela a algunos referentes del gobierno.El ministro asegura que se incrementaron las empresas correspondientes al sector de Industria y comercio, pero no define la calidad. O pongamos nuevamente el mismo ejemplo: si cierra Pili es una empresa, pero si diez exoperarios de la planta abren pequeños almacenes en sus casas para sobrevivir, entonces la relación será diez a uno a favor del panorama que pinta el gobierno.En forma paralela, le llama la atención que algunas empresas anuncien cierres o concordatos justamente en un año electoral, cuando los ejemplos citados por él mismo son las excepciones de la regla. Porque en los departamentos donde el comercio y los servicios generan las mayores fuentes de trabajo –como el caso de Paysandú–, hablamos de rubros que atraviesan por dificultades de competitividad, con altos gastos de funcionamiento, con impuestos, alquileres y combustibles caros desde hace un rato más largo que el año electoral.Y eso lo confirma la DGI en sus cifras oficiales, antes que la supuesta animosidad contra la actual gestión del gobierno. Y porque es un gobierno sin margen para resolver nuevas subas de impuestos, es que el ministro Danilo Astori refiere una y otra vez a la necesidad de aumentar las inversiones. Es que está jugado a que se incremente la actividad para mejorar la recaudación y lo dijo, aunque de soslayo, en la última conferencia organizada por la Asociación de Dirigentes de Marketing. Pero los vecinos también padecen. En Argentina, el PBI cayó más de 6 por ciento en el último trimestre del año pasado, con descensos en las importaciones y el consumo privado. ¿O también debemos suponer que la ausencia de argentinos en la pasada temporada estival es el resultado de la animosidad, justo en tiempos electorales? También ya lo explicaron cientos de veces –y aún más aquellos acostumbrados a venir al este del país– al decir que no es que Uruguay esté caro, sino que ellos atravesaban por una coyuntura económica difícil con altos índices de desempleo e inflación y el incremento del dólar. Por lo expuesto, este escenario no mejorará en 2020, sino que los problemas persistirán para quien tome las riendas del próximo gobierno, sea del color que sea, y deberá ajustarse para no cometer los errores que se repiten desde hace años. Porque cuando el país obtuvo ventajas económicas –tal como las tuvo durante la “década ganada”– incrementó el gasto y ahora, en tiempos de recesión económica, lo reduce al mínimo. Es así que, más allá del discurso político de quien sea y que pretenderá ser lo menos antipático posible para no perder votos, deberá enfrentarse a decisiones claves y estructurales como la reforma de la seguridad social.En fin, tampoco le será fácil el escenario de consenso que se planteará para la próxima gestión en la que, seguramente, nadie querrá llevarse los costos políticos. → Leer más