Obra faraónica, con servicios en el debe

“También encontré una empresa que, en algún momento, perdió el rumbo en las razones para la que fue creada, que es dar servicio de telecomunicaciones”; “hay contrastes entre una localidad del Interior profundo que no tienen conectividad y acá (Montevideo) tenemos lujos” reflexionó en entrevista con Montevideo Portal el presidente del Directorio de Antel, Dr. Gabriel Gurméndez, quien había ocupado ya este cargo durante la presidencia de Jorge Batlle, al referirse a la situación en que encontró al ente de las telecomunicaciones y el desafío que implica su gestión.

El jerarca apuntó al respecto que “para mí fue una responsabilidad” y consideró que más allá de los titulares “lo que tuve fue un sentimiento de gran orgullo y de gratitud con el presidente Lacalle Pou, no habiendo estado nunca cerca de él en lo político, ni de tener una relación personal de amistad porque somos de generaciones distintas. Agradezco que él haya tenido ese paso de convocarme en un momento difícil y donde yo me sentía que podía ser útil”.
Consideró que “creo que como todas las cosas, uno recibe un Antel con muchas fortalezas y muchas debilidades. Antel tiene fortalezas creadas por su propia protección legal, tiene una infraestructura y una plataforma técnica en términos de redes, de cable, de fibra óptica, de celular, etcétera. Evidentemente, eso es una fortaleza. Tiene liderazgo de mercado en términos de participación del mercado en términos de cantidad de clientes en los mercados en los que es competitivo. Tiene una posición top of mind en el consumidor y tiene un equipo técnico robusto, con capacidades”.

Asimismo, “también encontré una empresa que, en algún momento, perdió el rumbo en las razones para la que fue creada, que es dar servicio de telecomunicaciones. Tuvo una confusión en su dirección estratégica que, lógicamente, siempre se ejemplifica en por qué hacer un estadio o por qué tirar satélites al espacio, o por qué gastar en esas cantidades enormes de publicidad cuando hay carencias tan relevantes en el servicio. Hay contrastes entre una localidad del Interior profundo que no tienen conectividad y acá tenemos lujos. Entonces creo, y sin ánimo polémico, que hubo un desvío, una distracción en el objetivo de la compañía. En esa distracción, creo que se abandonó muchísimo ciertos sectores de la población”.
A su juicio “hay grandes oportunidades en mejoras en lo que es la gestión de la compañía, una mejor administración de los recursos, una modernización digital, en tener un mejor contacto con el cliente, en poner al cliente en el centro. Creo que se olvidaron, en gran medida, del cliente. Es un vínculo que no se modernizó. Hay que poner más énfasis en la calidad del servicio, hay que modernizar todos los sistemas. Antel es una empresa que, a pesar de su tecnología y su aura, un aura que tiene que ver con todo lo que se gastó en publicidad, tiene ese tipo de carencias. Por ejemplo, los expedientes son de papel y no tienen expediente electrónico. Entonces, hay un contraste entre lo que es la realidad tecnológica y lo que es la gestión. Ahí creo que hay que mejorar mucho y creo que se confió mucho en que los privilegios legales iban a sostener. La única manera de competir es administrando bien, pensando en el cliente y siendo muy eficientes”.

Comparó paralelamente que “el Antel de hoy no tiene nada que ver ni con el del ‘90, ni con el del 2002, por una razón muy sencilla que es, más allá de las coyunturas nacionales, económica o política, que pueden parecerse, tecnológicamente es tal la vorágine del cambio, es de tanto dinamismo, que no tienen nada que ver las realidades tecnológicas. Los impactos en la vida de la gente son absolutamente distintos. En el ‘90, nosotros hablábamos de líneas telefónicas, en el 2002 empezábamos a hablar de ADSL y las cosas se medían en kilobytes. En el 2021 estamos hablando de terabytes y estamos hablando de que las telecomunicaciones son casi la vida misma de las personas, así que son empresas totalmente distintas. Pero los desafíos, desde el liderazgo, al final siempre son los mismos: saber bien cuáles son los problemas, movilizar y motivar los recursos humanos, formar equipos, administrar. Hay ciertas recetas básicas del liderazgo que van más allá de las circunstancias”.

Ocurre que más allá de las cambios inherentes a las épocas, de lo que se trata es de identificar y cumplir con los objetivos y sobre todo el servicio que se brinda a los clientes, de la gestión de la empresa estatal monopólica y de su carácter nacional, es decir de los clientes a lo largo y ancho del país, más allá de donde se encuentren. Y aquí evidentemente se ha incurrido en aciertos y errores, y estos últimos encierran frecuentemente uno de los grandes males del país, es decir el centralismo, que para la dirigencia capitalina implica asimilar los intereses de Montevideo con los del país, cuando se trata de asimetrías y realidades diferentes, en las que el Interior lleva la peor parte.
La construcción del Antel Arena por Antel, cuando presidía el organismo la actual intendente de Montevideo, Carolina Cosse, es un claro ejemplo de cómo se cometen dos errores de gestión en uno: invertir dinero de los contribuyentes en un proyecto que nada le aporta al ente en cuanto a mejorar los servicios para los que pagan los clientes, y además, hacerle un favor al gobierno de Montevideo, porque el estadio es una obra eminentemente de carácter municipal, al punto de que reemplaza al siniestrado Cilindro Municipal, por lo que desde el ente de todos los uruguayos se le regaló más de cien millones de dólares a la Intendencia capitalina.

Y si bien de alguna manera podría haberse atenuado el impacto negativo de este entuerto si la obra se hubiera hecho cuando el ente tuviera una cobertura nacional cumplida, tenemos que se gastó en el Antel Arena más del doble de lo que se tenía previsto, porque se pasó de 40 a 80 o 100 millones de dólares, por lo que, como bien sostiene el actual presidente del organismo, en el gobierno del Frente Amplio se incorporó otro lujo capitalino para Antel mientras en grandes áreas del Interior profundo se sigue sin conectividad, sumando otro privilegio mientras se posterga a los habitantes del norte del Santa Lucía.

Ah, pero sin embargo el gasto estuvo bien hecho, como bien “explica” el director de Antel por el Frente Amplio, Daniel Larrosa. Según el jerarca representante de la oposición, la pandemia “evidenció que invertir en Antel Arena fue un acierto”, y que la situación sanitaria “demostró la utilidad del edificio”, que se transformó en un vacunatorio.
Daría para reírse, si no fuera para llorar, al festejarse un gasto de 100 millones de dólares en un improvisado galpón de lujo para aplicar vacunas durante la emergencia en Montevideo. Pero no todo son sombras, y coincidimos en la importancia de que se haya invertido en la anterior gestión, en extender el servicio con fibra óptica y mejorado la conectividad en muchos lugares en que las carencias eran notorias.
Hubiera sido realmente plausible que se hubiera persistido en esta línea y atender otras mejoras pendientes para el servicio, en lugar de abordar una obra faraónica para lucirla como galardón del jerarca de turno que busca quedar en la historia.