
¡Feliz 2025!

Las palabras comienzo y fin tienen una profunda resonancia en la experiencia humana, porque simbolizan la forma en que entendemos y organizamos la vida, el tiempo y las historias. Así que el fin de un año y el comienzo de otro impactan en la mayoría de nosotros. De diferente forma.
Al acercarse la medianoche, entre risas, brindis, aplausos y la alegría de la fiesta familiar o entre amigos, muchos tomaron un instante para mirar hacia atrás para evaluar lo que se ha logrado o perdido.

Cuando se escuchan “las doce irreparables campanadas”, como escribió Jorge Luis Borges, ese momento de reflexión cambió de tono, dominado por la esperanza y el potencial. El inicio de algo nuevo suele estar cargado de emoción, expectativas y posibilidades. Representa un punto de partida donde todo parece posible. Este 2025 chiquitín también. Porque además ofrece la oportunidad de reinventarnos, de corregir errores o de explorar territorios desconocidos.
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En lo que tiene que ver con el paso del tiempo, comienzo y fin no tienen por qué ser opuestos, sino partes de un ciclo continuo. Cada fin es el germen de un nuevo comienzo. Las dos palabras ayudan a darle forma y sentido a nuestra vida. Permiten dividir lo eterno e inabarcable del tiempo en segmentos comprensibles e invitan a vivir con propósito y consciencia.
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Por eso quizás es momento de establecer “los propósitos del año”. No ya como en la antigua Babilonia con promesas a los dioses, sino enfocados más en metas personales, como mejorar la salud, ahorrar dinero o adquirir nuevos hábitos, reflejando valores como el desarrollo personal y el bienestar. Podría decirse como Rudyard Kipling, “he decidido que durante todo el año/ aparcaré mis vicios en el estante./ Seguiré un camino más piadoso y sobrio”. Pero no hay por qué ponerse tan serio.
Después de todo, como escribió Pablo Neruda, “como el pan se parece/ al pan de ayer,/ como un anillo a todos los anillos:/ los días/ parpadean/ claros, tintineante, fugitivos,/ y se recuestan en la noche oscura”.
Cada 31 de diciembre celebramos, cada 1º de enero también. Parecerán dos días iguales, y seguro que los astros ni lo notan, pero en nuestro ser, en nuestro corazón, en nuestras ilusiones, son (o los hacemos) especiales. Por esos reencuentros familiares, por esos recuerdos que vuelven con extraña puntualidad, por lo simple de la alegría, como de la tristeza. Pues también hay algo de ella, siempre un ser amado que no está y no podrá volver a esta Tierra –y solo estará en nuestra alma–, afectos que viven demasiado lejos, y más.
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son la delicia de los niños, pues disfrutan del agua que la rodea.[/caption]
El comienzo de un año nuevo es una mezcla de lo que es la vida misma, de todas las emociones, de todas las situaciones. Luego, jornada a jornada, se irá haciendo cotidiano. Ya estamos en 2025, y durante 12 meses así será. Pondremos a prueba nuestro propósitos, veremos cómo avanzan nuestras vidas, lo mismo que nuestra comunidad, el país y el mundo, más loco que nunca, pero también más amado que nunca. Cuando el calor de enero comienza a hacerse sentir, en este mes que tiene la fama de ser el “más largo” del año, vivir se debe la vida, palabras que hizo suyas el poeta de la patria Juan Zorrilla de San Martín, con toda la fe, la perseverancia y fuerza que se tengan y obtengan. Que así nos encuentre el siguiente 31 de diciembre. Para renovar entonces los buenos deseos. ¡Feliz 2025!