General

Habrá nueva elección de autoridades en la ADP “cuando la pandemia lo permita”

El secretario general de la Intendencia Departamental, Fermín Farinha, refirió a la situación institucional de la Agencia de Desarrollo Paysandú y adelantó que habrá una nueva elección de autoridades cuando la pandemia lo permita, una vez que se termine de controlar la documentación que hicieron llegar las instituciones asociadas.

“La Intendencia tiene su participación como un socio más, la Intendencia no es en particular la Agencia de Desarrollo, pero en ese ámbito, hoy si bien estamos es una especie de stand by, en tanto se está reorganizando el funcionamiento de la agencia, estamos solicitando a los socios, conjuntamente con la directiva una regularización del padrón social, porque como es de público conocimiento unos meses atrás se dio una situación que en definitiva determinó un planteo por parte de socios. Estamos a la espera de poder regularizar ese padrón”, señaló.

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Culturales

¿Cómo te lo digo?

Por obvias razones, los seres humanos somos muy “visuales”, es decir nos valemos del sentido de la vista para la mayoría de nuestras acciones y hasta lo reflejamos en el uso del lenguaje al referirnos a los otros sentidos. Por algo, en pleno diálogo con otra persona son frecuentes frases tales como: “¿ves lo que te digo?”; “viste, te lo dije”; “mirá que suave tiene el pelo”; “¿viste qué rico está el almuerzo? Claramente al mirar el almuerzo no sabremos si está sabroso, pero seguro nos “entra por los ojos”.

Tanto ver y ver, que nos olvidamos de escuchar. Y cuando decimos escuchar u oír, no podemos dejar de pensar en esas orejitas que como radares están atentas a los más mínimos sonidos que emitimos, o a los ruidos del ambiente, y todo (todo) cobra significado.

Como ya les he explicado, la vista es uno de los sentidos menos importantes para el perro. Nada que ver con el olfato, que es el principal, o el oído, que es una de las herramientas más fabulosas de la especie. Ahora bien, no vamos a extendernos hoy en analizar la maravilla que supone en sí misma esa cualidad, sino en cómo los tutores y familia debemos tenerla en cuenta a la hora de nuestra convivencia diaria.

Seguramente a todos nos ha pasado que, estando la criatura aparentemente más dormida que una piedra, el solo hecho de tomar las llaves para salir detona una bala de cañón con cuatro patas, que en un abrir y cerrar de ojos estará esperando junto a la puerta, justo en medio del camino, con cara de “¿salimos?” O que el solo hecho de tomar la bolsa de ración o una bolsa de papas chips –si es que lo han acostumbrado a tan poco saludable maña– haga aparecer por arte de magia unos hocicos enloquecidos a su alrededor.

Estos y otros sonidos son puramente contextuales y ocurren habitualmente en el ámbito donde se mueve el perro, por lo cual se ha acostumbrado y ha asociado cada uno con la consecuencia que acarrea, sea buena o mala, rica o asquerosa, le guste o no le guste.

Ahora, ¿qué pasa con aquellos sonidos específicamente dirigidos al perro? Por lo general se trata de la voz humana, y solo ocasionalmente un silbato u otro tipo de artilugio pero a niveles que ya no son domésticos.

El diván de Eragon

¡Hola, humanoamigos! Ssshhh, hablen bajito que no es necesario gritar para que nuestros sensibles oídos los capten.

¡Es tan cierto esto que les cuenta hoy mi Huma! Muchas veces ustedes se molestan porque ladramos y nos gritan; entonces nosotros creemos que ustedes se están sumando a nuestros ladridos. ¡Y qué orquesta podemos armar! ¡Qué divertido, jamás nos callaremos!

Por eso es que cada viernes intentamos que entiendan que como especies somos súper parecidos pero a la vez nuestra percepción del mundo es bastante desigual. Y en cuanto al uso del sentido del oído la diferencia es notoria.

Imagínense que su cachorro se aleja peligrosamente… pónganse por un instante en el lugar de esa criatura. Imagínense que el humano les grita a viva voz como enojado y hace ademanes terribles, ¿ustedes volverían a su lado? No tengo más preguntas, Su Señoría (perdón, que esto no es un juzgado).

Los perros somos seres realmente sensibles en cuanto al sonido, eso es innegable. Es lo que estamos comentando con mi invitado de hoy, Bastián, que precisamente pertenece a una raza muy sensible en todo sentido, y en este momento necesita una familia que entienda eso y esté dispuesta a recibir a cambio una dosis de infinito amor.

Es que su gran sensibilidad hace que se muestre sumamente amistoso con otros perros y personas, por lo que será el compañero ideal para familias numerosas. Quien desee adoptarlo solo deberá comunicarse al WhatsApp del diario, 099334433, donde también recibimos sus mensajes para participar de mi Diván. ¡Los espero!

 

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General

Pit Cnt reclama poner en actividad la Agencia de Desarrollo Paysandú

Para el dirigente del Plenario Departamental del Pit Cnt, Manuel López, las recientes declaraciones del secretario general de la Intendencia Departamental acerca de la situación institucional de la Agencia de Desarrollo Paysandú (ADP) no son otra cosa que un reconocimiento de los errores cometidos.

“Cuando la última asamblea en la agencia, que se votó, que apareció (Jorge) Genoud sin ser representante y hacer tiempo que estaba alejado, cuestionamos la participación y la Intendencia lo avaló, junto con otras organizaciones sociales para que pudiera votar”, dijo. Esta situación irregular fue luego comprobada en las actas del momento en el que se decidió desvincular a la institución que Genoud representara, el Merendero del Puerto.
“Lo que dice el secretario de la Intendencia (Fermín Fariña) es reconocer que había una participación fraudulenta, él estaba presente cuando hablaron de que votara”, recordó el sindicalista. “Ahora el secretario está reconociendo que este señor no pertenecía ahí, que no representaba al merendero del puerto, cuando no existía”, agregó.

QUE EMPIECE

López aclaró que en este momento para el movimiento sindical la principal preocupación es que se empiece a trabajar. “Ni siquiera estamos discutiendo qué tipo de participación queremos tener en la agencia, sino que esto empiece a funcionar. Lo que pretendemos sí es que haya una nueva elección para no dejar un registro que no corresponde a la verdadera votación, el hecho de saber que había un miembro que no era tal”, dijo.
En la votación se decidió que la Intendencia, el Centro Comercial y la Asociación de Productores de Leche integraran la comisión directiva, mientras que el Pit Cnt reclamaba participar de las decisiones “en función de la importancia de la parte social en las circunstancias actuales. Sobre todo por la necesidad de planteos rápidos en cuanto a la generación de puestos de trabajo o de actividades que allí se generaran”.

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Opinión

Mercosur, frenado y en la encrucijada

A menos de un mes de la recordada cumbre del Mercosur en la que el presidente argentino Alberto Fernández tuvo una actitud de barrabrava ante el planteo de su colega Luis Lacalle Pou de solicitar formalmente que se discuta en la mesa el tema de la flexibilización, para que el Mercosur no sea “un corsé” para los intereses uruguayos, han continuado en forma reservada los contactos y los intercambios en esta dirección, pero siempre con el marco de una postura negativa de la Argentina.
En aquella oportunidad Lacalle manifestó que “lo que no puede ser ni debe ser (el Mercosur) es un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corsé en el cual nuestro país no se puede mover, y por eso hemos hablado con todos los presidentes de la flexibilización. Uruguay necesita avanzar, nuestro pueblo nos exige avanzar en el concierto internacional”, lo que dio lugar a la salida de Fernández de que “si nos hemos convertido en una carga lo lamento, lo más fácil es bajarse del barco”.
Más recientemente, en Buenos Aires, tuvo lugar una cumbre de cancilleres, con temas como resolver la discusión sobre el Arancel Externo Común del Mercosur y los pedidos para flexibilizar otros acuerdos comerciales, que son precisamente los ejes centrales de los temas pendientes en el bloque regional.
El cruce entre presidentes de los países vecinos tiene antecedentes, ya desde antes del Mercosur, pero sin dudas en este caso hay componentes de orden ideológico, económico y de geopolítica, sin obviar elementos históricos y desencuentros puntuales, que siguieron sobre el tapete este lunes, en las deliberaciones virtuales del consejo Mercado Común.
Una mirada desde el país con la mayor economía del bloque, Brasil, la expone en entrevista con la revista Economía y Mercado del diario El País, la directora del Cindes (Centro de Estudios para la Integración y Desarrollo) de Rio de Janeiro, Sandra Polonia Ríos, al indicar que la nación norteña apoya a Uruguay en estas negociaciones, pero más por compromiso político que por expectativas propias en habilitar la flexibilización en el bloque.
Evalúa que “Brasil sigue teniendo una posición favorable hacia la propuesta de Uruguay de flexibilizar las negociaciones con terceros. Aunque el gobierno brasileño está más preocupado por las cuestiones arancelarias y pondrá su esfuerzo en que todos los demás países del bloque acompañen su postura en una reducción del 100 por ciento del arancel común externo del Mercosur. Y confía en que Uruguay le acompañará en esta iniciativa. Pero dicho esto, no creo que ninguna de las dos propuestas logre el apoyo de la Argentina”.
En torno a esta problemática, Marcelo Elizondo, docente e investigador en negocios internacionales, considera que “el bloque necesita una revisión. De la veintena de acuerdos vigentes en el planeta, el Mercosur es el que menos comercio internacional logra desarrollar a nivel global. Sumando las exportaciones de los cuatro países, entre sí y para el resto del mundo, no llegan al 15% del PBI agregado al bloque”
Advierte que “quizás no resulte el principal tema de agenda para los demás socios, pero para Uruguay es estratégico hacer este planteo”, en tanto reflexiona que “tanto Brasil como Paraguay y Uruguay, cada uno con sus peculiaridades, aspiran a un Mercosur abierto al mundo, mientras que Argentina tiene problemas domésticos para resolver primero. Hasta que no esté en condiciones competitivas no va a estar dispuesta a abrirse. Uruguay y Brasil piensan en la estrategia, mientras la Argentina aún está resolviendo la táctica: la muy alta inflación, la baja inversión, problemas cambiarios. Lenguajes distintos, por necesidades diferentes”.
Precisamente evalúa que “Argentina aspira a mantener lo más parecido posible a como está el bloque hoy. Pero algo va a tener que ceder, porque el actual modelo es insostenible”, mientras espera que “tengo la ilusión de que cada uno entienda en qué condiciones está el otro. Es importante preservar el Mercosur, no tensarlo hasta una posición insostenible, porque la alianza entre los países es mucho más importante de preservar que el instrumento”.
Bueno, precisamente las asimetrías en las economías y la escasa sintonía entre las políticas económicas entre los países del bloque, más precisamente de los otros tres países con la Argentina, además de los aspectos ideológicos que lamentablemente han incidido sistemáticamente en el Mercosur, son el gran obstáculo para avanzar y actualizar el bloque, que además ha sido signado por los bilateralismos desarrollados por los dos grandes. Una consecuencia de la inamovilidad y los problemas en las economías es que el Arancel Externo Común (AEC) es más del doble que el promedio mundial, habida cuenta de que globalmente ese promedio está en el 5,5 por ciento mientras que en Mercosur es del 12,5 por ciento, el que además ha sido perforado muchas veces para subirlo, pero no para bajarlo.
Pero además, la falta de acuerdo con terceros países –uno de los motivos para la flexibilización que pide Uruguay– conlleva que el acceso a otros mercados fuera del Mercosur obliga a pagar muy altos aranceles que conspiran contra la colocación de nuestros productos, mientras paralelamente el comercio intrabloque dista de ser fluido y es afectado recurrentemente por obstrucciones y problemas.
La postura de Lacalle no es irse del Mercosur, sino promover una flexibilización del bloque para celebrar acuerdos bilaterales que serían fundamentales para una economía pequeña como Uruguay, en tanto Argentina tiene una economía cerrada, de sustitución de importaciones y subsidios que hacen un paquete imposible de desatar sin generar escenarios traumáticos. Por su parte, también Brasil históricamente ha tenido una postura proteccionista, con los industriales de San Pablo a la cabeza, y su inclinación actual hacia la flexibilización está prendida con alfileres y aparece más como coyuntural que un cambio radical.
En una reciente entrevista con el diario brasileño Estradao, el secretario especial de Comercio Exterior del Ministerio de Economía de Brasil, Robert Frendt, dijo que su país se mantendrá firme en la propuesta que llevará a la reunión del bloque en mayo, incluso sin el apoyo de Argentina, destacando que “el Mercosur se está hundiendo y no queremos hundirnos juntos”.
Expresó que su gobierno no considera salirse del bloque, indicando incluso que “un Mercosur modernizado nos permitirá mucho más fuerza de la que tenemos hoy”.
Aseguró que Uruguay apoya plenamente la propuesta brasileña para reducir el AEC mientras que Paraguay afirma estar de acuerdo con un 96 por ciento, con un 4 por ciento que se dejaría afuera de productos sensibles para el bloque.
Pero en todos los escenarios posibles, no debe perderse de vista que Argentina quiere seguir en sus trece, porque su economía es una maraña de entuertos y una encerrona sin salida a la vista, lo que indica que sus colegas del Mercosur quedan atados de manos por el “lastre” argentino que no quiere reconocer el presidente Alberto Fernández.
Pero además el mandatario no está en condiciones de cambiar el rumbo de su país –parece que tampoco quiere– y esto pone a los demás socios ante una encrucijada, con la consecuencia de un statu quo que solo nos puede seguir haciendo perder rueda de las principales regiones económicas del mundo.
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Destacados

Comité de Emergencias

En consonancia con lo anunciado en las últimas horas por el gobierno nacional, el Comité Departamental de Emergencias extendió hasta el 16 las medidas que restringen la circulación de personas y prohíben las aglomeraciones para contener el avance de la COVID-19. Se incluyen la suspensión de espectáculos públicos, la prohibición de fiestas particulares con aglomeraciones; restricción del horario en emprendimientos como restaurantes, pubs y comercios “24 horas”, así como limitaciones a la circulación en un sector de la zona balnearia. → Leer más

Culturales

Conmemoran el Día del Trabajador Rural

El 30 de abril fue declarado como Día del Trabajador Rural, de acuerdo a la ley N°19.000 del año 2012. De acuerdo a los datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en 2019, el 8,5% del total de asalariados cotizantes a la seguridad social se desempeñan en el sector rural. Sin embargo, esta cifra no contempla a los trabajadores dependientes de las empresas que brindan servicios tercerizados en las explotaciones agropecuarias.

Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, al menos 152.000 personas trabajan en el ámbito rural. El Registro de Productores Familiares del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, tiene inscriptas 22.187 unidades de producción familiar, que involucran a 38.092 productores. En total, son 56.000 personas que integran las familias en las unidades productivas, 26.440 (47%) son mujeres y 8.231 (17%), jóvenes. De acuerdo a datos oficiales, en Uruguay existen alrededor de 45.000 productores, entre familiares y no familiares.

Los productores familiares registrados se dedican en su mayor parte a la ganadería de carne (51%), mientras que las dedicadas a la horticultura representan el 18% del total; a la lechería el 9%; y a la agricultura, el 4,5%.

De acuerdo a datos de la Dirección General de Desarrollo Rural del MGAP, los productores familiares son el 56% del total de productores, y ocupan 2 millones y medio de hectáreas.

Las cifras que surgen de los Censos Agropecuarios que se realizan cada 10 años muestran desde el 2000 al 2011 una disminución de casi 8.000 productores familiares, y una merma en la superficie explotada de este tipo de productor de aproximadamente 270.000 hectáreas. → Leer más

Culturales

Doma racional y tradicional para el bienestar del caballo

Leonardo Ghuisoli asegura que “nunca viví en el campo, sino en el barrio San Félix. Me vinculé al campo porque mi abuela tenía un campito en Casa Blanca. De ahí, me fui a la escuela agraria por 6 años”. En un barrio vinculado a las jornadas hípicas, este joven domador no iba a tener dificultades en elegir su trabajo por vocación. “Con el paso de los años, comencé a tener contacto con Marcelo González, instructor de doma tradicional y el gusto por el caballo me llevó a dedicarme a la doma”.

Mientras estudiaba, “tuve varias oportunidades de dejar la escuela agraria, pero por orientaciones de mis padres seguí con la tecnicatura Agrícola Ganadera, en UTU por dos años y medio y los fines de semana movía algún caballo. Después que me recibí, pero nunca ejercí hasta hace un año y medio, cuando me contrataron en una empresa ganadera. Allí hago media jornada en el establecimiento y el resto del tiempo me dedico al caballo”.
Su jornada es de entrenamiento para los concursos de doma. “Trabajo con otro muchacho, porque competimos para enduro y marcha. Dentro de la raza del caballo criollo, me he dedicado a casi todas las disciplinas. La doma es mi fuerte”. Además Ghuisoli es herrador profesional desde hace varios años.

Doma racional

Reconoce que su técnica “no es aplicada por la mayoría, pero hoy está muy divulgada. Hay mucha información sobre el tema, aunque no quiere decir que haya conocimiento”. En el transcurso de la pandemia, realizó cursos con especialistas brasileños y argentinos, a través de internet.
“El tema de la doma racional se ha propagado bastante en la región y para quienes se dedican al caballo, hay una diferencia grande entre lo que es una doma de este sistema y hacerlo por el tradicional”. Y en su aprendizaje ha tomado aspectos de ambas, para crear una relación con el potro.
“Por ejemplo, en la tirada de abajo del potro desbocado, al usar el método racional se espera por el tiempo del caballo. Se usa poca presión hasta lograr que el caballo entienda y razone. Por eso es doma racional. Después hay varios caminos y técnicas. Cada domador tendrá la suya, pero siempre deben ser varias alternativas para resolver ciertos casos”.

En su caso, explica que le llevó unos diez años de aprendizaje. “Traté de especializarme en la mezcla de dos técnicas y creo que hoy en día mi sistema es una ayuda para desenvolverse delante de un potro. Nadie inventa un sistema solo. Todos absorbemos cosas que vamos viendo o escuchando y eso también demuestra que uno está abierto a aprender. Además, de la escuela diaria que se aprende de los caballos”.

UNA CLASE

Explica que la doma es una clase. “Es como el maestro delante de su alumno, debe tener cierta personalidad. Respetar y generar confianza porque este alumno no aprende con el miedo. El miedo solo somete y no establece una relación. Incluso, hay entredichos con el caballo, pero todo forma parte de esa relación”.

Esta clase puede llevar varios meses, “para entregar el caballo bien madurado. Si tiene que trabajar con ganado, me lleva unos seis meses. Pero en ninguno de los casos, trabajándolo todo el mes corrido”.

En el primer mes, “trato de que se amanse para la primera montada y sujetada. Cuando veo que puede hacer una salida, o el primer recreo, dejo que descanse una semana o 10 días. Si descansa la carga de información en su cabeza, estará mucho más receptivo”.

Su trabajo consta de varias etapas, con la iniciación y redomoneada. “Cuando retomo, repaso lo anterior para seguir con la etapa de la enfrenada. Son partes fundamentales, porque es la manera que puedo enseñarle a trabajar. Antes lo daba por terminado cuando aceptaba el freno, pero ahora trato de corregirlo y ahí recién veo a un caballo con una seguridad mayor”.

Ghuisoli se desempeña hasta el mediodía en un establecimiento, donde lleva adelante una rutina como en cualquier estancia y en la tarde se dedica a la doma. “También trabajo con potrillos, que –como el ejemplo de una clase– es como el nivel inicial de una guardería. El potrillo tiene un tiempo muy limitado de concentración y tengo que usar técnicas más sencillas para que aprenda a cabrestrear y se le vayan las cosquillas”.

La genética

La genética aporta un factor fundamental en su tarea. “Hay cabañas que se dedican a usar una genética para las marchas y otras, para el enduro. Algo que me ayuda mucho es conocer la genética y cuando sé del pedigí, también conozco el aporte de cada uno. La genética manda en un 80% y se puede observar desde potrillo, si un potro tiene problemas de comportamiento”.

Por eso, “no podría decir que mi doma es netamente racional. El bocado de cuero en este estilo no se permite y yo la uso. Es la base de redomoneada”. Se define como “un domador por vocación y si elijo esta vida, no puedo buscar la desventaja para el caballo, sino su bienestar”.

En este sentido, subraya que “una de las cosas que no me llaman la atención son las jineteadas y, sin embargo, tengo amigos que lo hacen”. Porque “a mí se me dio la oportunidad de trabajar con caballos de alto valor, por eso cuido su aspecto sanitario. Y me dedico a caballos con destino deportivo, prácticamente no domo para las estancias”. → Leer más

Culturales

Trece años herrando caballos

Cristian Ayende vive en Paysandú y es herrador profesional de caballos criollos, entre otras razas. “Cuando comencé, trabajaba en cabañas haciendo de vareador o cualquier labor. Ahí empecé a herrar y desde hace 13 años, únicamente herro caballos”.

La vinculación con los equinos es de toda su vida, a través de su abuelo y a los 16 años realizó, como civil, el primer curso de herrador en el Servicio Veterinario y Remonta del Ejército. “Tengo trabajo todo el año porque me dedico a distintas razas y herro para diversos deportes, tanto para caballos de carrera como salto. Y dentro de los criollos, para enduro, marchas freno de oro y paleteadas. Hay competencias de cada cosa durante el año”. La pandemia detuvo las pruebas, “pero los caballos nunca dejan de entrenar ni las herraduras dejan de hacerse”, asegura.

Vivir de la herradura

Reconoce que vivir del oficio, en Paysandú, “es un poco más difícil por la cantidad de caballos y para dedicarse profesionalmente se necesita tener una cierta cantidad todos los meses. En el sur del país hay más cantidad en este oficio, como en el caso de Maroñas o Las Piedras”.

Señala que en esa zona “hay unos tres mil caballos y para lograr un buen sueldo, hay que herrar entre 70 u 80. Pero siempre es relativo. Por lo general, el eje del herrado se maneja en los 30 días. Según el deporte y el entrenamiento, es la herradura que se pone”.

De acuerdo a Ayende, “en los últimos años ha mejorado muchísimo el oficio. Principalmente en el aspecto económico que permite hacerlo de manera profesional. Además, en cuanto a las herramientas, las principales están en Uruguay. A veces tardan en llegar, pero se encuentran. Son caras, pero se precisan buenas marcas porque se usan para trabajar todos los días”.

Las inversiones son necesarias a medida que la tarea se extiende en el territorio. “Cuesta arrancar, pero a medida que crece el trabajo, hace falta moverse. Es necesaria la inversión en un vehículo, por eso muchos jóvenes que empiezan, después no pueden continuar”. Al relatar su experiencia, destaca que “yo no tuve la suerte de salir apadrinado y me costó más. Y mucho más, para herrar los caballos de élite”.

Se define como “vocacional, a pesar de que es cansador. Es un trabajo de fuerza, que cansa mucho la cintura. Para hacerlo como una rutina, si a alguien no le gusta y empieza a ver solo la parte económica, tampoco adelantará”. Finalmente, reconoce que “es probable que si viviera en el sur y me equivoco, puedo seguir. Pero acá, no puedo cometer errores”. → Leer más

Culturales

“Un privilegio hacer lo que nos gusta”

Alicia Almenar nació en Guichón, en el seno de una familia afincada al ámbito rural y hoy, junto a su cuñada y hermano, se dedican a la explotación de un tambo que define como “un privilegio”.

“Mis abuelos maternos tenían un campo en la colonia Pintos Viana y mis padres y abuelos paternos, en Juan Gutiérrez. Por razones de enfermedad, mi padre compró en Esperanza y hace 29 años que estamos acá. Hoy, nos dedicamos al tambo con mi cuñada, y mi hermano a las actividades de la chacra”, relata a EL TELEGRAFO.

Ordeñan 90 vacas por turno, “es decir son 180 ordeñes por día y, según la producción, sacamos entre 900 o 1.000 litros diarios. Arrastramos una seca y no hay pasturas, pero esperamos que empiecen a mejorar los verdeos y aumente un poco. Tendría que haber mucha más leche con 90 vacas que hoy alimentamos solamente a ración y a silo”. Almenar asegura que las últimas precipitaciones, “no alcanzaron, pero ayudaron mucho porque todo estaba recién sembrado. Habíamos pasado mucho tiempo sin lluvias, ahora verdea y esperamos a fin de mes que mejore”.

Su jornada

Su día de trabajo comienza cuando suena el despertador y la hora de finalización es relativa. “Aunque llueva a baldes hay que ordeñar, porque las vacas no pueden esperar y cuando vienen a levantar la leche, tiene que estar fría en el tanque. Son los 365 días del año y hay que trabajar siempre. O a la madruga, si hay que llamar a un veterinario para una cesárea”.

En su emprendimiento familiar, que remite la totalidad de su producción a Claldy, no cuenta con empleados. “Es nuestro y cuidamos lo que nos dejó nuestro padre. Pero, también, hacemos lo que nos gusta”, señala.

Recuerda que “el otro día miraba un remate por pantalla y pensaba que si tuviera que ver por televisión cómo se remata el tambo, me pondría a llorar. Tanto nos hemos acostumbrados a vivir aquí, que si nos tienen que sacar no sabríamos dónde ir. Forma parte de nuestras vidas”.

Es que Almenar ordeña desde sus 13 años: “Salimos de la escuela al tambo y ya lo tengo incorporado. No podría hacer otra cosa”.

El tambo de su familia formaba parte del grupo de productores remitentes Pili y puntualiza que “cuando cerró pudimos salir adelante. Fue una época muy dura. De las peores que pasamos y ese recuerdo forma parte de los tantos problemas que pasamos con la lechería”.

Hoy atraviesa por un mejor momento. “Trabajamos tranquilos pero alertas, porque somos muy cuidadosos con lo que se hace e invierte en el tambo. Calculamos el día a día para pagar las cuentas y si hace falta una inversión, sacamos un préstamo solo para eso, porque ahora no es como antes. Ya no hay para guardar”.

De sus recuerdos de niña, subraya que “todo se hacía a pulmón. Hoy tenemos la tecnología y se trabaja con maquinaria. Pero aquella generación terminaba con sus cuerpos desgastados”. Y si bien define su trabajo como “sacrificado”, no duda en agradecer “a la vida por tener lo nuestro. Volvería a elegirlo porque, si miro atrás, veo que no nos fue mal”.

Estos tiempos de contingencia sanitaria traen a la reflexión que “nos asustamos por la pandemia y vemos tanta gente sin trabajo. Nosotros hacemos algo esencial, por eso somos privilegiados”. → Leer más

Culturales

La elección de afincarse en la zona de tres generaciones

Marcos Bazzini, es un joven productor que hace 15 años se dedica a la lechería y ha diversificado su actividad. “Comencé con 4 o 5 vacas y crecí. Soy tambero y un poco chacrero en un emprendimiento familiar, que llevamos adelante con mi señora, que también es de familia agropecuaria, y dos hijos. Me ayuda mi hijo, que tiene 18 años”.

Relata que “en una chacra chica no hay mucha opción. Tuvimos la mala suerte del cierre de Pili y hace rato que venimos batallando con la crisis. No hay otro rubro en un campo chico”.

Por lo tanto, explica que “vendo servicios de siembra y hago chacra cuando consigo tierra bajo arriendo. No es mucho lo que se consigue, pero a veces son 20 o 30 hectáreas”.

Su emprendimiento familiar remite a Claldy y se encuentra en Estación Porvenir, ruta 90, kilómetro 25,500. Bazzini nació en la zona: “Somos tres generaciones que permanecemos acá, donde están las chacras de familiares. Al igual que otros productores, todos venimos de familias afincadas en la zona. Un productor no sale de un día para otro, ni tampoco se aprende de un día para otro. Mis padres me dieron la oportunidad de estudiar, pero me quise quedar”.

Su jornada laboral “comienza a las 5 y se extiende hasta el anochecer. En las zafras contrato personal, pero cada vez se complica más encontrar mano de obra”. Incluso, en estos tiempos de pandemia, “más allá que tenemos que estar todos los días en el campo, no nos perjudica. Pero tratamos de ir lo menos posible a Paysandú y cuidarnos”.
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Culturales

La empresa forestal cumple con los estándares de seguridad e higiene

Marcelo Melogno es supervisor de tres frentes de cosecha en la empresa Ponsse que trabaja junto a la forestal Montes del Plata. “Mi tarea es la de elevar trabajo, supervisar e inspeccionar las condiciones de seguridad. A Montes del Plata le prestamos servicios porque compraron la maquinaria necesaria para la cosecha de árboles y nosotros tenemos talleres montados en el campo para mantener esas maquinarias trabajando los 365 días del año”.

Los turnos cubren el día de trabajo: “Durante el día tenemos tres personas que hacen el turno de 9 a 21 horas. En el campo están un mecánico y su ayudante y el otro turno hace lo mismo de 21 a 9. Las máquinas trabajan de 7 a 17, paran y vuelven de 19 a 7. Normalmente nuestro trabajo es cubrir con maquinarias, ocuparnos del engrasado mientras los operarios paran para comer. En ese tiempo desde las 17 hasta las 20, hacemos un mantenimiento preventivo”.

Con el fin de optimizar la tarea, la coordinación es necesaria. “Hay una coordinación de parte mía y la gente de Montes del Plata, con el trabajador para que se desempeñe siempre dentro de las reglas de seguridad. Además de mantener los repuestos en stock para solucionar un desperfecto lo más rápido posible”.

La forestal cuenta con harvesters y forwarders instaladas en los frentes ubicados en Algorta, Piedras Coloradas y Fray Bentos. “Mi día arranca a las 8 y sigue hasta las 18 y voy un día a cada frente, con reuniones mensuales con Montes del Plata para ver la marcha de los mantenimientos, los rendimientos, gastos y consumos. En la operativa del personal es un día bastante largo y para aprovechar los fines de semana, se hace un mantenimiento más exhaustivo”, asegura.

Melogno recibió capacitaciones en Uruguay y Argentina en el manejo de maquinaria. Con la empresa se desempeñan en los frentes mediante un contrato de trabajo por cinco año y a través de nuevos llamados a licitaciones, han renovado por un nuevo período de tiempo.

Protocolos en pandemia

Las camionetas trasladan diariamente a los operarios que viajan desde Paysandú. “Los trabajadores tienen los vehículos a su disposición y el frente que está en Fray Bentos, tiene una casa en Young para los operarios. Cada trabajador tiene un régimen de 5 días y descansan tres. Levantan la vianda y comen en el campo”.

En tiempos de pandemia, los trabajadores cumplen con los protocolos sanitarios. “Hay un control estricto, pero cada uno ha colaborado. Usan tapaboca todo el tiempo, mantienen las condiciones de higiene y están permanentemente comunicados ante la aparición de cualquier síntoma, con el trabajo en burbujas”.

Explica que “el resultado ha sido muy positivo porque no hubo grandes detenciones de las tareas. Incluso cambió la operativa de las reuniones, que antes eran presenciales. Ahora se hacen por streamming, pero se sigue trabajando”.

O como lo resalta el eslogan empresarial: “trabajo en equipo y responsabilidad operativa”, con el fin de lograr la eficiencia. → Leer más

Culturales

“La tierra siempre responde y nos dará frutos de todas maneras”

Constanza Schneider nació en el sur de Chile y vivió en el archipiélago de Chiloé entre sus 3 y 13 años. Cuando volvió a Uruguay, continuó en el campo y asegura que “no podría vivir en la ciudad”.

“Cuando me fui joven de mi casa, fui a vivir a una chacra detrás del parque y hace 29 años que me establecí en el kilómetro 11,500 de la ruta 90, donde tengo la chacra. Crío vacas y gallinas, hago quesos y la quinta. Vivo con dos de mis cinco hijos y el menor, que tiene 20 años es mi colaborador. Estudia Agronomía, pero como este año las clases son virtuales, empezó el tambo”.

Sin embargo, define que su “pasión” es la elaboración de quesos. Tanto como para instalar “La casa de los quesos”, muy cerca de su casa en el kilómetro 8,800. “Fue una idea surgida en la pandemia para evitar venir a la feria y empecé a buscar un lugar para vender mis productos, además de la producción de otras mujeres del sur del país. Vendo distintos tipos de quesos y alimentos y ahora veo que era necesario porque no hay almacenes cerca”, señala a EL TELEGRAFO.

La reconversión en tiempos de dificultades fue necesaria y, a su vez, facilitó su trabajo diario. “Antes tenía que hacer todo: desde vender a ordeñar y eran 16 horas de trabajo. Siempre andaba a la carrera y ahora estoy más tranquila. Dejé de ordeñar a fines de 2018 y decidí comprar la leche para hacer los quesos. Estaba muy cansada”.

El diagnóstico que recibió poco después no le impidió disfrutar de lo que hace. “Sufro de fibromialgia, pero la voy llevando muy bien. Después que lo supe me quedé más tranquila y aprendí a convivir porque entendí muchas cosas de la enfermedad. Además tengo artrosis y me dificultaba andar en el barro. Nada de eso me impidió viajar y volver a Chile, donde me había criado. Un lugar precioso”.
La buena aceptación de sus productos permitió una expansión de su producción. “Ahora no me alcanza la leche y tengo que volver a producir. Me gusta la idea y este año me ayuda mi hijo. El año que viene contrataré y acá, con 7 hectáreas, el proyecto es hacer un ordeñe y el queso solo de mañana”.
Es que en la tarde retorna a su emprendimiento. “De mañana tengo una colaboradora en el almacén y de tarde voy yo. Tengo un enorme agradecimiento a mis clientes que viven en la zona y también llegan desde Paysandú. Siempre sentí el apoyo de la gente que me permite vender mi producción y de otras productoras, porque conozco el origen de lo que vendo”.

[caption id="attachment_125570" align="aligncenter" width="680"] Su producción de quesos.[/caption]

SU PROYECTO

Explica que “se demoró la aprobación de un proyecto para regar una hectárea de alfalfa. Tengo un pozo muy bueno, hecho por Prenader (el Programa de Manejo de Recursos Naturales y Desarrollo del Riego dependiente del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca) y me permitirá hacerlo. Pero desde el punto de vista del caudal necesito 3 hectáreas. Desde que estoy acá, es la primera vez que recibo ayuda institucional”.
Recuerda que “antes, siempre tenía que tener el capital primero para que devuelvan la inversión y es imposible hacerlo con capital de giro. Ahora dan los recursos para empezar, con la presentación de las boletas y se paga el 20 por ciento”.

Schneider relata que “siempre fui hincha de la alfalfa. De las pocas cosas que se pueden regar, son la alfalfa y el maíz. Ahora tengo el Plan Inteligente de UTE que me permite hacerlo a las horas que beneficia el plan. Esta tierra es muy buena para la alfalfa y buen alimento para las vacas”.

En su espacio, “prácticamente trabajo en forma orgánica. Uso solo algunos agroquímicos, pero desde hace 5 años que no utilizo ningún fungicida, ni insecticida, ni herbicida. Cuando hay que eliminar malezas, le paso segadora o rotativa sin dejar que semille”. Y muestra su convencimiento en que “me va a durar menos tiempo si no uso herbicidas, pero no me importa. La tierra siempre va a responder y nos dará frutos de todas maneras”. En forma paralela, destaca las virtudes de la producción sostenible: “me dedico a otra forma de pastoreo. Se llama pastoreo racional Voisin. No estamos siempre en el mismo potrero y vamos dejando centímetros de vegetación para que ocurra la fotosíntesis. Rotamos permanentemente y la tierra se va abonando al hacer potreros más chicos. Esto ayuda a mejorar la materia orgánica porque cuesta muchos años recuperar un suelo mal trabajado”.

Pasión por lo que hace

Asegura que “siempre tengo ganas de hacer cosas. Porque también me gusta la vida social y a eso lo hago en el almacén, al vender en forma directa mi producción. Me apasiona hacer quesos. Además, creo que cuando emprendemos algo siempre ayudamos a otros”.

Porque entiende que el gusto por hacerlo está antes que otras cosas. “No necesitamos tanta plata para vivir y todos formamos parte de una cadena que es muy importante”.

Su rutina empieza a las 5.45, “y avanzo hasta el mediodía. A las 15 ya estoy saliendo para el comercio y vuelvo a las 20. La vida en el campo no es romanticismo y hay que trabajar haga frío o llueva, pero estoy agradecida”.

El cuidado de los insumos es, también, su clave del éxito. “A las vacas las cuido como si fueran mi familia y en eso mi hijo es igual que yo. Creo que los animales tienen sentimientos y cada uno tiene su característica. Incluso puedo decir que cuando tuve que cerrar el tambo, sufrí mucho esa decisión, pero ahora lo tengo nuevamente. Y tengo que reconocer que extrañaba ese trabajo”.

Explica que “siempre estoy encima de todos los detalles y si volviera a nacer, elegiría lo mismo porque valió la pena el esfuerzo. Antes no tenía nada, ordeñaba a mano y hacía el queso en la cocina. Hoy tengo todo y elaboro bajo las condiciones bromatológicas. La tecnología es maravillosa”.

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Culturales

Una vida de trabajo entre la remolacha y el tambo

Antonio de Souza es productor lechero y fue colono durante varios años. Su apego a la tierra lo lleva a rememorar en forma inmediata sus orígenes, en Salto, donde junto a su padre construían ladrillos.

“La parte económica era horrible. Éramos varios hermanos para trabajar en el horno y nos daba para ir comiendo. Allí nos agarró la creciente de 1959. Fueron dos meses de lluvia sin parar y nosotros estábamos al costado del arroyo El Sauce”.

La histórica creciente cubrió el terreno: “No nos dejó nada”, dice contundente. “Pero mi padre era un buen quintero y hacía huerta. Ahí no había mucho porvenir y yo, había dicho que cuando cumpliera la mayoría de edad tenía pensado en irme a trabajar de empleado porque no había otra cosa”.

Pero su historia cambió en forma repentina. “Una noche, serían como las 10, estábamos con mis hermanos comiendo y cuando terminé resolví ahí mismo salir a la carretera rumbo a Paysandú. Seguí a pie hasta la comisaría en Daymán, donde hay un control de policía. Ahí me conocían por mi padre, el horno de ladrillos y porque andábamos en la zona con mi hermano, juntando bosta de caballo”.

Ese paisaje cambió con el paso de las décadas: “donde ahora son las termas, antes había solo campo. Llegué caminando al Control y los policías me dijeron que iban a conseguirme a alguien que me arrimara”.

Un camionero lo trajo a la ciudad. “El camión paró en la avenida Salto y nunca me voy a olvidar que lo primero que vi era la Paylana. Me bajé ahí y caminé hasta el kiosco policial. Le pedí al policía que estaba de guardia, que me dejara pasar la noche”.

Al día siguiente empezó su búsqueda. “Salí a buscar trabajo y empecé en la remolacha, en changas. Después me fui para Constancia, donde precisaban gente en un establecimiento. En ese lugar estuve 10 años trabajando y allí conocí a mi señora. Era un tambo muy grande y también trabajaba con la remolacha”.

Un cambio

De Souza recibió una propuesta que iba a cambiar su perspectiva. “Por aquellos años me propusieron que plantara remolacha, pero yo no tenía nada. Además, era empleado. Y bueno, en ese momento estaba apuntado en Colonización porque quería hacer algo más. Así comencé a plantar remolacha y empecé un tambo con tres vacas”, recuerda.

Explica que se inició, luego de trabajar “en el campo de mi suegro, don Carlos Aguilera”. Sin embargo, mantenía “la visión de tener una fracción, porque era la alternativa de agrandarme. Al poco tiempo apareció un campo en la colonia ‘Ingeniero Acquistapace’. Pasé de tener nada a arrendar 97 hectáreas de tierra”. Su familia cumplió un rol fundamental: “Me ayudaron mucho mi señora y los hijos, que ya estaban grandes. La remolacha anduvo muy bien por algún tiempo pero depende del clima. Además, teníamos el tambo y eso nos daba una garantía, porque todos los días teníamos la comida”.

Con la entrega de la tierra de Colonización, “dejé todo lo que hacía en campo ajeno y me dediqué a eso. Trabajábamos con el BROU, donde tenía un crédito para pagar unas vacas y un tractor. El primer año de producción en esa fracción, sacamos como 500 litros a mano y seguimos trabajando”.

Como tantos productores, valora el cuidado de los recursos para evitar los sobresaltos. “Nunca sacamos un crédito desproporcionado y que no pudiéramos cumplir. Si comprábamos 4 vacas, era porque teníamos 25 o 30 y para las herramientas, se compraba para ir cumpliendo con el trabajo”.

Se hizo chico

Las manos se fueron sumando para el trabajo y mientras se dedicaban al cultivo de la remolacha, también crecía el tambo. “Los hijos empezaron a crecer y se hizo chica la fracción. Un día salí con la idea de conseguir otro pedazo de campo para arrendar y me encontré con un amigo que me dijo que había uno para comprar. Me llevó a la colonia 19 de Abril y me mostró una chacra. En aquel tiempo se podían comprar unas 20 o 30 hectáreas. Pero esa chacra es de 45 hectáreas, se lo comenté a mi esposa y fuimos allá. A veces, las decisiones no son fáciles, pero se compró y se llevaron los animales para allá”.

Su afincamiento en la zona permitió conocer a las personas y estrechar su relacionamiento. “En medio de esta compra y de empezar a trabajar, salieron unos campos en arrendamiento por allí cerca. Nos arreglamos con el dueño y empezamos a incorporar campos en la Colonia 19 porque mis hijos trabajaban mucho”.
En una época fermental, “un vecino me dijo que quería vender. Eran muy buena gente y lo compramos con mis hijos. Al poco tiempo aparece otro pedazo de campo que fue sumando. Seguí arrendando otro campo por la zona y todavía teníamos el tambo en Constancia”.

El de la colonia, “estaba bastante mejorado por las pasturas. Pero ya no se plantaba más remolacha, porque era un cultivo que estaba cerrando su ciclo. Así empezamos a dedicarnos al tambo”.

Sin embargo, este relato resumido llevó varias décadas de intensa labor. “Hacer todo esto nos llevó 40 años. Mis hijos Gerardo y Daniel son los que dirigen el tambo. Manuel se dedicó a la arquitectura y Virginia cumplió un trabajo fundamental cuando nos tocaba ordeñar a mano”, dice sobre sus cuatro hijos.
A sus 78 años, “voy todos los días al tambo porque de este trabajo uno no se retira nunca. Y siempre que pueda voy a seguir andando”. Es que durante toda su vida se levantó a las 3 de la mañana, por lo tanto ahora, no puede quedarse en la cama más allá de las 4.

En la actualidad, la familia –entre los campos de propiedad y los arrendados–, trabaja sobre unas 800 hectáreas, en tambos que “siempre se cuidaron muchísimo y ahora más que nunca”.

Producen para Claldy entre 6.000 y 7.000 litros, pero recuerda que integró “la gran familia que remitíamos a Pili. Fue una de las etapas más difíciles que pasamos con el cierre”. Hoy, “con más de 1.000 animales, la idea que tienen los hijos es seguir agrandando”.

Al concluir su relato, De Souza tiene un claro recuerdo que siempre viene a su memoria y así lo destaca: “una bombilla para tomar mate fue lo que compré con mi primera changa en la remolacha. He tenido suerte de que todo ande bien, pero conseguimos muchas cosas con grandes dificultades. Nada se ha logrado de arriba”.

Y solo por un instante se detiene a mirar atrás: “A veces me paro un poquito y si me preguntan qué me gustaría cambiar del pasado, me voy a mis 18 años cuando estaba en el horno de ladrillo, con la lluvia sacando el barro en una carretilla que se atascaba y en medio de la oscuridad, donde no había nada”.

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Culturales

“Una pasión” por el trabajo en el campo

Manuel Soca es un joven capataz en la estancia “Cerro del Bombero”, cercano a Capilla del Carmen, por la ruta 25 y su vida siempre estuvo relacionada a las tareas agropecuarias. “Mi abuelo tenía campo, luego vendió pero siempre estuve relacionado al medio rural. Soy técnico agropecuario y estoy acá desde hace 12 años”.

Explica que el establecimiento “maneja tecnología de punta para lana fina y súper fina. Es un gran establecimiento y se hace un buen manejo de la majada para lograr una mejor calidad. Tratamos de hacer un manejo extensivo y de tener la mayor cantidad de corderos posibles de cara al invierno, con la próxima parición”.

Asegura que “tener la majada sana para que produzca bien, lleva mucho trabajo”. Porque la tarea se lleva adelante “con procesos biológicos y sin horarios. Tanto sea cuando llueve, o si hay una parición en la noche”. La mejora continua exige un cuidado extra de los animales, posterior a la esquila. “Trabajo que desarrollamos normalmente con el ingeniero agrónomo Juan Bazzano, administrador del establecimiento”, agrega.

La tecnología ha ayudado a mejorar la genética, la comunicación y el transporte. No obstante, el estado de la caminería se vuelve fundamental para sacar la producción y realizar buenos embarques. “Desde Guichón a Piñera hay bitumen y desde ahí a la estancia es camino de tierra. De aquí a la ruta hay unos diez kilómetros y si tenemos que embarcar cuando llueve, hay que esperar. Todo depende del clima”.

En su generación, “todos los técnicos agropecuarios que salieron conmigo de la escuela agraria están en escritorios rurales. Pero yo seguí vinculado al campo desde el territorio porque estudié para esto. Para el manejo de animales y de la tecnología. Siempre he sido vocacional porque para mí, el trabajo en el campo es una pasión. Lo hago con gusto y volvería a elegirlo”. → Leer más