Dioses de la sobreexposición

Los deportistas de élite desde hace ya algún tiempo han cobrado un rol trascendente, de la mano de la globalización y de la exposición mediática a la que los fuerzan sus contratos con empresas a las que se ven ligados por compromisos publicitarios, de los que obtienen gran parte de sus ingresos. Es así que los principales referentes de las competiciones más populares del mundo son conocidos hasta en los confines más alejados de los centros de decisión. No en vano se ha repetido tanto que hay más países integrados a la estructura de la FIFA que a la de las Naciones Unidas. Todo un dato.
Pero esta exposición y el poder que pone en manos de estas personas parece no solo ir incrementándose, sino que además se va concentrando en pocas manos, en las principales estrellas, que acumulan –además de ingresos– la atención mundial.
Un caso digno de ser estudiado a fondo es el del múltiple campeón del mundo de Fórmula 1 Lewis Hamilton. En su momento arribó a la principal categoría del automovilismo con mucho entusiasmo del entorno, por ser el primer piloto de ascendencia afro. Además de ello demostró sus condiciones y no demoró demasiado en mostrar su potencial, haciéndose en su segunda temporada con el Campeonato del Mundo.

En la década pasada sumó otros seis títulos, para convertirse en uno de los más exitosos, sino el más, con una seguidilla que solo pudo interrumpir su excompañero de equipo en 2016 Nico Rossberg (hijo de Keke, otro campeón mundial) en un esfuerzo que provocó que al cabo de ese mismo año anunciara el fin de su carrera.
En todo este tiempo Hamilton ha ido acaparando atención. Él sabe que vaya donde vaya irá tras de sí su popularidad y con ella las cámaras de fotos y video, pretendiendo registrar un instante, un mínimo gesto, y si se acerca a la multitud deberá afrontar largas sesiones de selfies y firma de autógrafos. Pero también conoce el poder que le confiere esta popularidad. Sabe que los mensajes que de llegarán a millones de personas alrededor del mundo dispuestas al menos a escucharlo. Lo sabe y ha actuado en consecuencia. De hecho el británico se ha embanderado en numerosas causas a lo largo de su carrera, de las cuales la más importante ha sido la lucha contra el racismo, una lucha en la que embanderó no solamente a su equipo, que pintó durante dos temporadas su auto de color negro, sino también a la misma categoría y a sus colegas pilotos, a veces de manera inconsulta, lo que le valió incluso algunas críticas. También se ha involucrado en causas políticas dentro de su país, en la defensa de los animales, en el veganismo y en el combate a los factores que provocan el cambio climático.

Pero son pocos los deportistas que pueden tomar estas decisiones y obtener respuestas a la misma altura, otro ejemplo es tal vez el del cuatro veces campeón, Sebastián Vettel, que anunció que no estaba dispuesto a correr este año en Rusia a causa de la invasión de este país a Ucrania. No llegó la oportunidad de poner a prueba este anuncio, porque la misma Federación Internacional del Automovilismo (FIA), se encargó de cancelar ese Gran Premio y de, además, suspender a los pilotos de nacionalidad rusa y bielorrusa de las competiciones.
Más popular que la Fórmula 1 es el fútbol, deporte en el que está llegando a su fin el bicéfalo reinado de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, aún sin un heredero proclamado, aunque sí con un par de buenos candidatos a tomar el cetro. Uno de ellos, el que más viene pintando, es el francés Kylian Mbappé, campeón del mundo con Francia en 2018, además una de las selecciones candidatas a volver a tomarle el peso al mítico trofeo de oro macizo.

Mbappé, jugador del París Saint Germain, podría dar un importante salto este año si se concreta la esperada transferencia al Real Madrid, uno de los clubes más prestigiosos y consagrados del mundo, y sobre todo participante en una de las ligas más competitivas, algo que –según los entendidos– le falta al galo para terminar de colocarse la corona.
Pero al igual que Hamilton no puede solamente concentrarse en el consumo de nafta o neumáticos del Mercedes, el joven Kylian no puede solamente preocuparse por el pique de la pelota en el Parque de los Príncipes o en el Santiago Bernabeu, porque en su cabeza también hay discusiones por números, marcas, y el manejo de su imagen. De hecho recientemente ha tenido un intercambio con la Federación Francesa a causa de compromisos con sus auspiciantes, algunos de ellos reclaman la presencia del astro, mientras él se niega a asociarse porque no está de acuerdo con los valores que estas marcas conllevan.
Mbappé creó y dirige una fundación llamada Inspired by KM, desde la que promociona una alimentación equilibrada entre los adolescentes, y entre las marcas en cuestión hay cadenas de comida rápida y ultraprocesada, casas de apuesta y bebidas refrescantes.

Hay quienes entienden que detrás de esta negativa del futbolista hay un deseo de asociar su imagen a empresas que no paguen su precio, aunque sí aportan a la Federación y esta tiene por costumbre hacer firmar un contrato a todos quienes se ponen su camiseta por primera vez para garantizar su participación en acciones publicitarias.
¿Los valores personales seguirán teniendo peso en una discusión de base legal y económica? Se verá. Igualmente venimos de dar un debate ético por la decisión de Novak Djokovic de no vacunarse, lo que le valió perderse algunos torneos importantes y con ello la condición de Número 1 del mundo. Una decisión controvertida, por el mensaje transmitido por el campeón, pero igual que la de Mbappé, justificada en los valores que defiende.