El turismo empezó el repunte

La Organización Mundial del Turismo (OMT), dependiente de las Naciones Unidas, dio a conocer un informe respecto a las perspectivas del sector a nivel internacional en el inicio de este año y los datos que presentó fueron optimistas, por más que aún está lejos de la fortaleza que exhibía en los años previos a la pandemia, a la vez que han aparecido nuevas amenazas y persisten las secuelas por la enfermedad.
Según el informe, las llegadas de turistas internacionales en todo el mundo aumentaron más del doble (+130%) en el mes de enero de este año (últimos datos disponibles), comparándolo con el mismo período de 2021. Pese a que estas cifras confirman la tendencia positiva iniciada el año pasado, la reintroducción de restricciones para viajar en diversos destinos a raíz de la aparición de la variante ómicron ocasionó retrasos en varios destinos. Tras el descenso del 71% experimentado en 2021, las llegadas internacionales en enero 2022 se mantuvieron un 67% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia.
El repunte de enero fue apreciable en todas las regiones, pero advierte la organización que es una comparación contra los bajos niveles registrados a principios de 2021. Así fue que Europa creció un 199% y las Américas en su conjunto lo hicieron en el 97%, y son las regiones que continúan mostrando los mejores resultados en las llegadas internacionales. También mejoraron Oriente Medio, un 89%, y África un 51%, aunque ambas experimentaron un descenso del 63% y el 69% si la comparación es hacia 2019.
La previsión es que el turismo internacional continúe su recuperación gradual durante 2022 y a ello ayuda que cada vez más destinos están flexibilizando o directamente eliminando las limitaciones para viajar.
No obstante, la OMT advierte sobre los nuevos retos que se plantean al entorno económico mundial con la guerra en Ucrania y considera que esto podría mermar la recuperación de la confianza a nivel mundial. “Los mercados de origen de EE. UU. y Asia, que han comenzado a abrirse, podrían verse especialmente afectados en lo que respecta a los viajes a Europa, ya que estos mercados son históricamente más prudentes frente al riesgo”, explica el informe.
Particularmente en Europa están pesando tanto el cierre de los espacios aéreos de Ucrania y Rusia, así como la prohibición para operar impuesta por muchos países europeos a las aerolíneas aéreas rusas. Esto afecta la disponibilidad de viajes, pero también ocasiona sobrecostos por los desvíos en los vuelos de larga distancia entre Europa y Asia Oriental.
Lógicamente hay otra consecuencia asociada a este conflicto que es la distorsión en las economías domésticas en los diferentes países, que ha provocado, por ejemplo, picos inflacionarios alrededor del mundo, en economías que todavía están arreglándose con las consecuencias de afrontar más de dos años de combate a la pandemia.
Y esta recuperación del turismo también la hemos visto aquí en el país, con una Semana de Turismo en la que no hubo un destino que reportara un mal resultado. Las noticias de destinos colmados se conocieron desde todos los departamentos, prácticamente.
Este buen movimiento, sumado al auspicioso clima –que acompañó como pocas veces toda la semana– le vinieron muy bien a un sector que todavía arrastra las secuelas del tiempo de inactividad primero y de las restricciones después, que permitieron trabajar aunque por debajo de la capacidad y por ende con una rentabilidad muy ajustada. Que el sector haya seguido trabajando y haya estado a la altura de dar respuesta a la potente demanda que se generó la semana pasada habla muy bien del empresariado y de su resiliencia.
También fue apreciable que muchos compatriotas optaron por salir de fronteras, la mayoría a los países vecinos y en especial a Argentina, animados por una diferencia cambiaria que favorece mucho el “buen pasar” allende el río Uruguay, aunque también hubo numerosas salidas a Brasil, como es tradicional.
Pero esencialmente esta Semana de Turismo (coincidente con la Semana Santa de la religión Católica) es una zafra del turismo interno, es siempre una referencia, pero no es todo el partido. Hay plazo de aquí al verano para pensar cómo puede hacer Uruguay para que la diferencia cambiaria con los países vecinos no sea un obstáculo para la llegada de visitantes. Es un secreto a voces que nadie quiere admitir que la pasada temporada estival estuvo por debajo –y bastante por debajo– de las expectativas. Ahí sí, el factor climático pesó y mucho, pero el gran factor fue esa realidad económica que nos sitúa como un país carísimo para los vecinos de ambas fronteras. Si no se puede atemperar eso, esa recuperación que se aprecia puede que no se vea y que, para empeorar el escenario, este turismo interno que tanto creció y que tanto ayudó durante la pandemia, se vea tentado de salir fuera de fronteras ante tan favorables condiciones del otro lado de los puentes.