Más de 150 personas murieron y decenas permanecen desaparecidas por las graves inundaciones que afectaron principalmente a la región de Valencia, en el Este de España, a la que siguen sumándose otras provincias luego del fenómeno de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) donde en unas pocas horas cayó en algunas zonas el equivalente a un año de lluvia, provocando grandes riadas que arrasaron localidades enteras, dejando atrapadas a miles de personas.
La situación para las localidades valencianas continúa siendo extrema, además de enfrentarse a una crisis ante la escasez de recursos como el agua potable y otros servicios esenciales, en tanto que las fuerzas de rescate y emergencia se encuentran con caminos bloqueados y accesos destrozados.
EL TELEGRAFO mantuvo contacto con el sanducero Jorge Masanti, quien hace unos años se desempeñó en nuestra casa periodística como diseñador y maquetador, y se encuentra radicado en Barcelona a unos 96 kilómetros de Tarragona (Catalunya), la provincia que en la víspera estaba bajo alerta naranja por la DANA.
“UNA PELÍCULA DE TERROR”
“Se parece a una película de terror”, comenzó diciendo Masanti a EL TELEGRAFO. “Todo este tema que se circunscribe a Valencia es una tragedia. Los conocidos y familiares que tengo allí están todos bien, eso fue lo primero que uno quiere saber, pero después no te podés despegar del minuto a minuto de lo que va pasando y te vas haciendo un consumidor de imágenes a través de los medios de comunicación y redes sociales que son una vía bien rápida”, comentó.
Lo que pasó “es una cosa muy jodida, yo le tengo mucho respeto al agua, soy más de montaña y tierra que de mar y agua; pero me daba muchísima pena y congoja porque es una cosa imposible de parar, y vas viendo como se pierden pueblos, vidas, ya lo que es pérdidas materiales más tarde o más temprano se puede recuperar. Pero la situación ha sido realmente de película de terror, hoy (por ayer) por la mañana estaba mirando las noticias y las calles repletas de coches apilados uno arriba del otro, y era como estar viendo una película de catástrofes”.
Masanti dijo que “lo que empezás a escuchar es si se pudo haber evitado o no, y ahí me empieza a molestar, porque lo que se debe hacer es ayudar más que buscar un culpable. Afortunadamente España tiene un sistema de ayuda y salvamento, de bomberos, policías, la Unión Militar de Emergencia que siempre han estado en todos los malos y grandes acontecimientos que han surgido. Hoy escuchaba a uno que llevaba la cuenta de 93 fallecidos y ponían como ejemplo un tornado que hubo en Florida, Estados Unidos, hace muy poco tiempo que barrió un lugar y solo había 23 muertos, y se preguntaban qué faltó aquí, si previsión o qué, para poder anticiparse a esto que ocurrió”.
Asimismo, comentó que la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) “fue avisando el domingo, el lunes y martes con diferentes tipos de alertas hasta llegar a una roja. Sí es verdad que el mensaje de alerta que te emiten por el celular demoró ocho horas después que la Aemet la diera en llegar, pero tal y como fue es imposible de preverlo y controlarlo”.
“La mayoría de las situaciones ocurrieron porque, por ejemplo, donde yo vivo estaba lloviendo y caían 5 litros de agua por metro cuadrado y a tres o cuatro kilómetros más arriba estaban cayendo 500 litros por metro cuadrado, y esa gente recibió toda esa agua. El gran problema que hubo fue que llovió muchísimo en pocos lugares y el agua se fue acumulando y bajando como tromba”, indicó Masanti.
El sanducero fue crítico al expresar que el problema radica en el cambio climático “ni más, ni menos”. “La zona del Mediterráneo está fijada por los expertos como uno de los puntos neurálgicos del cambio climático porque la temperatura del agua aumenta año a año un disparate, por ejemplo ayer estaba a 28 grados cuando recién estamos a mitad de octubre. Esto hace que toda esa agua, con esa temperatura, produzca estos fenómenos y hasta un tornado o una manga marina, cosas nunca vistas”, comentó.
“Sé que mi generación ya no llega a tiempo con esto de arreglar un poco la situación climática, la de mis hijos creo que tampoco y la de mis nietos al menos sí, y ojalá puedan encontrar las claves para nivelar un poco este despelote del cambio climático y que no pasen más cosas como estas, o al menos que sean mucho menores”, dijo Masanti.
Por su parte, indicó que están pendientes cada día a las aplicaciones meteorológicas “porque Valencia está muy cerca, Tarragona que es al sur de Catalunya también está muy cerca de Barcelona, y está aún dentro de la zona de alertas y no sabés cómo se mueve todo esto y qué puede pasar”.
EL PEOR DESASTRE NATURAL
El término DANA empezó a ser usado por meteorólogos españoles hace unas décadas para diferenciarlo del de “gota fría”, más genérico y que suele utilizarse para hacer referencia a cualquier situación de lluvia intensa y abundante, sobre todo cuando ocurre en la costa mediterránea de la Península Ibérica durante el otoño.
La DANA es un fenómeno en el que una masa de aire polar muy frío queda aislada y empieza a circular a altitudes muy elevadas (entre 5.000 y 9.000 metros), lejos de la influencia de la circulación de la atmósfera. Luego, al chocar con el aire más cálido y húmedo que suele haber en el mar Mediterráneo, genera fuertes tormentas cuando las temperaturas marítimas son más elevadas.
Pese a la asociación con la “gota fría”, la DANA está lejos de ser un sinónimo de desastre y, más bien, se trata de un evento ocasional entre junio y octubre en el Mediterráneo, según explica la Aemet, en que el fenómeno es considerado de Depresión Aislada en Niveles Altos. “Cuando una de esas ondulaciones o meandros (vaguadas, en el argot meteorológico) se amplifica mucho puede llegar a estrangularse y cortarse, quedando formada la depresión aislada fría o gota fría. Nótese que la gota fría es aire polar flotando sobre latitudes inferiores a las que normalmente ocupa ese aire frío”, señalan desde la agencia. A la vez que precisan que “puede traer afectaciones serias debido a las fuertes lluvias y vientos, pero esto no es así siempre”.
Por su parte, el evento que azotó la zona Este de España ha sido catalogada como “descomunal” y el peor desastre natural de la historia de España, al superar al ocurrido con la riada del camping de Biescas, en la provincia de Huesca, el 7 de agosto de 1996 cuando, la crecida repentina del torrente de Arás dejó 87 muertos y 187 heridos.
Antes, una inundación de Valencia en 1957 anegó la ciudad y dejó al menos 81 muertos, miles de damnificados, además de cuantiosos daños materiales. De hecho, este suceso marcó el desarrollo de Valencia: llevó a cambiar en 1973 el cauce del río Turia con el fin de evitar que se repitiera una catástrofe de la misma magnitud.
La Aemet dijo que la DANA de esta semana es la “más adversa” de lo que va de siglo en la Comunidad Valenciana, con un impacto y registros superiores a la de setiembre de 2019 y a la altura de los dos grandes temporales de los años ochenta, el de octubre de 1982, la pantanada de Tous que dejó al menos 30 muertos; y el de noviembre de 1987, con cuatro fallecidos.
Detrás de esta DANA se encuentra, por número de víctimas, la de Bilbao del 26 de agosto de 1983, cuando debido a un diluvio el río Nervión se desbordó, ahogando a 34 personas y arrasando el casco viejo bilbaíno así como las riberas de otros municipios limítrofes.
Asimismo, en 1957 perdieron la vida 34 personas en la isla de la Palma, en lo que se conoce como la “Tragedia del Llanito”, cuando un temporal recorrió el archipiélago canario y provocó lluvias torrenciales. El desbordamiento, además, destruyó multitud de casas y destruyó grandes hectáreas de cultivos.
En 1997, una inundación en Badajoz dejó 25 fallecidos y provocó numerosos daños. La riada del Tamarguillo de Sevilla en 1961 es recordada por la tragedia de la operación de rescate “Clave”, en la que una avioneta que acompañaba a una caravana de auxilio se enredó con unos cables de alta tensión y se precipitó contra una multitud, provocando la muerte de 20 personas y más de 100 heridos.
