Amalia, la mujer que se dio cuenta “de lo mal que había estado, cuando empecé a estar bien”
Alrededor de 2.700 sanduceros cursaron o cursan COVID-19 desde el comienzo de la pandemia, el 31 de marzo de 2020, cuando se confirmó el primer caso (en el país los cuatro primeros contagios se registraron el 13 de marzo). La gran mayoría permanecieron en cuarentena en sus hogares hasta recuperarse, unas pocas decenas debió ser internada tanto en Sala como en CTI COVID-19 y 27 han fallecido (hasta el 15 de abril). Algunos de los afectados por el virus cuentan sus vivencias a EL TELEGRAFO. De manera anónima, como corresponde cuando se trata de una enfermedad. Sus identidades importan mucho menos que sus historias. Reales. Contundentes. Historias de quienes sufrieron el virus en diferentes niveles de gravedad. Historias que merecen ser conocidas.
Amalia –una mujer en el rango etario de 60 años– tiene una enfermedad por la cual debía realizarse un tratamiento en Montevideo. En plena pandemia. Así que acordó con una amiga que esta la llevaría en auto para evitar posibles contagios de COVID-19. Viajó, concurrió a la clínica, recibió el tratamiento y una serie de antibióticos. “El médico me dijo que necesitaba tomarlos, pero que me iban a bajar las defensas”.
Retornó a Paysandú, siempre acompañada por su amiga. Un día o dos después comenzó a sentir malestares. “Pero ya me habían advertido que podía tener una baja en mis defensas, así que pensé que era el efecto de los antibióticos”.
Pero su salud retrocedió rápidamente. “Me sentía mal al punto de no tener fuerza ni para levantarme. Llegar al baño era casi imposible. Bañarme mucho menos. Una vez me senté en el water y con la manguera flexible me bañé como pude”. Fue entonces cuando se decidió. “Llamé a Comepa, enviaron personal de un laboratorio y varios días después me dieron el resultado. Era positivo al COVID-19”.
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