Singer: “A mí no me gustan particularmente los animales”

Cuando Peter Singer escribió, en 1975, su libro “Liberación Animal”, la forma en que las personas veían a los animales cambió drásticamente. No fue el primero ni el último en traer la temática a discusión, pero la combinación de dos elementos le ha vuelto un clásico ineludible.
Por un lado, la profundidad en su fundamentación teórica acerca de por qué no debemos hacerle el mal a otros seres sintientes, basado en el principio moral fundamental de “igual consideración de intereses similares”.

Por el otro, la cantidad de información recopilada sobre las miserables condiciones de vida de los animales de granja en los Estados Unidos de los 70 y los tormentos a los que son sometidos (aún hoy y en todo el mundo).

Una vez que sabemos que esos otros seres sienten y sufren, nos convoca a relacionarnos con ellos desde otro lugar, nos urge a tomar acción para no dañarlos. Eso implica, claramente, no maltratarlos ni física ni psicológicamente, no usarlos como objetos que se encuentran al servicio de los hombres y por lo tanto, no quitarles sus vidas. Lo que Singer plantea al respecto, es que el mal que hacemos con el consumo animal (quitar una vida) no se compensa con el beneficio que el hombre recibe al consumirlos (placer en su consumo), ya que en esta época podemos optar por comer sin carne.

Una de las cosas más importantes que plantea en cuanto a las acciones a tomar refiere al boicot al consumo de productos derivados de animales. La fuerza del consumo en una sociedad capitalista es un factor determinante. En este caso, la fuerza del no consumo. Sin embargo, también cree en las pequeñas concesiones para evitar más distorsiones que encuentros, razón por la que ha sido fuertemente criticado. Ejemplo, si en una casa lo están esperando con una torta, en la cual han utilizado huevos, él no se rehusaría a comer, ya que cree que la distorsión que ocasiona genera más problemas que la concesión que realiza, cuando en realidad la idea es acercar a los demás al no consumo animal.

Están quienes piensan que estas medidas empañan la obtención del objetivo final, porque no atacamos el tema principal, que es el de no quitar sus vidas para consumo humano y es una opinión respetable.
Particularmente en nuestro país, llegar a ese punto va a llevar muchos años, porque implica un cambio cultural que se deberá procesar en el tiempo.
Sin perder el objetivo final, podemos apoyar todas las medidas intermedias que eliminen el sufrimiento animal. Es claro que el consumo es una herramienta muy fuerte, como queda demostrado en el crecimiento de los negocios “pet”; en las opciones vegetarianas y veganas que hoy cada restaurante pone a disposición para sus clientes y en las líneas de productos de cosmética “cruelty free”.

Volviendo a Peter Singer, el impacto de su obra a nivel mundial es irrefutable y es destacado como uno de los filósofos más importantes del siglo XX. La Universidad de Princeton, donde ha dado clases por más de 25 años, organizó una conferencia en su honor, en ocasión de su retiro. Además de las discusiones académicas de destacados exponentes, se recordaron varias anécdotas de su vida, entre las que destaca la siguiente:
Una vez, consultado acerca de si tenía animales en su casa, respondió: “No, a mí no me gustan particularmente los animales”. Esta anécdota, graciosa, en realidad demuestra la profundidad académica de su obra, no realizada desde lo sentimental sino desde el más riguroso desarrollo de pensamiento sobre las cuestiones éticas y morales que nos rodean.

Su principio fundamental, llamado “Principio de Singer” reza: “Si está dentro de nuestro poder evitar que suceda algo malo, sin sacrificar para ello algo de igual importancia moral, debemos, moralmente, hacerlo”.

Su proyecto “The life you can save” (La vida que puedes salvar) compele a quienes más tienen a compartirlo con quienes más lo necesitan, mediante la donación a diversas organizaciones sin fines de lucro, y en una sociedad como la norteamericana, eso significa mucho dinero para cambiar vidas (www.thelifeyoucansave.org). Tuve el honor de conocerlo personalmente y su humildad y calidez solo engrandecen su figura y su obra.
Ojalá todos podamos optar por vivir una vida sin dañar a otros, no solo absteniéndonos de hacerles algo malo, sino también participando activamente en hacer sus vidas mejores.

Dra. Verónica Ortiz, Diplomada en Derecho de los Animales – UMSA

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