Recurrentemente, y sobre todo cuando se reúnen las gremiales del agro –también otros sectores estrechamente relacionados con la exportación–, se pone sobre el tapete el legítimo reclamo del precio del dólar, del tipo de cambio que desde hace varios años ha sido determinante para que nuestro país resulte caro en dólares, aunque en buena medida se hayan adecuado salarios, prestaciones y valores internos que también son altos en la divisa norteamericana.
Pero claro, en esta relación hay ganadores y perdedores, en gran medida, y a grosso modo, los que más pierden son los que cotizan y venden sus productos en el exterior, en tanto que los beneficiarios son los importadores y comercios que canalizan estos productos, en general, a la vez que naturalmente el consumidor también se ve beneficiado en principio con un mayor poder adquisitivo, por regla general.
Pero, como suele ocurrir, se genera una burbuja interna en la que se vive un escenario que no es posible sostener por mucho tiempo, como así tampoco solucionarlo con una maxidevaluación para abaratar el país, siempre con consecuencias impredecibles y muy traumáticas, como indican experiencias muy negativas que han vivido el Uruguay y países vecinos.
A propósito de esta problemática, hace pocos días autoridades del equipo económico encabezadas por la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, comparecieron ante la Comisión de Presupuesto Integrada con Hacienda de la Cámara de Senadores, instancia en la que el tema central fue la Rendición de Cuentas del año 2023, presentada recientemente, pero con derivaciones inevitables hacia otras áreas de la política económica.
Integrantes del gobierno y legisladores de la coalición y el Frente Amplio intercambiaron opiniones y planteos sobre los resultados fiscales, empleo, salario real, inflación y competitividad, entre otros asuntos. Y como pasa habitualmente también se coló el precio del dólar en Uruguay, cuyo valor nominal está hoy algo por encima de los 40 pesos en el mercado interbancario.
En esta ronda de preguntas y comentarios, el presidente del Banco Central (BCU), Washington Ribeiro, reiteró que el valor del dólar no es una variable que esté bajo manejo del banco porque no hay intervención desde agosto de 2021, y el valor lo fija el mercado, según destaca El Observador. En ese sentido, expresó Ribeiro que la política monetaria “incide sobre eso, no con la vocación de hacerlo sino como consecuencia”, porque el objetivo es el combate de la inflación y alinear las expectativas.
“No hay un tipo de cambio que cierre el balance en todas las empresas en Uruguay”, destacó el jerarca de la entidad rectora en materia económica, y Ribeiro preguntó si un valor de $40 es el “correcto” y “el que les cierra” el balance a todas las empresas de Uruguay. “Por supuesto que no, como tampoco se lo cerraría un tipo de cambio de $30 o de $50. No hay un tipo de cambio que cierre el balance en todas las empresas en Uruguay y eso es lo que justifica legítimamente el reclamo de todos o de parte de los sectores empresariales. Si el tipo de cambio fuera de 50, serían otros los que reclamarían, y si fuera de $30, sucedería lo mismo porque, reitero, no hay un tipo de cambio que cierre el balance de todas las empresas”, subrayó el titular del BCU ante los legisladores.
Y precisamente es una gran verdad la que expresó el economista, desde que tomando en cuenta estos ejemplos, y siempre en principio –porque luego todas las cosas se van acomodando a la nueva relación, con ganadores y perdedores– desde que un dólar a 60 pesos sería un golpe favorable para los exportadores y a la vez un shock negativo para el consumo, los importadores y el costo de vida en general, en tanto al revés, con un precio de 30 pesos la cosa sería exactamente a la inversa.
Ergo, como bien sostiene Ribeiro, no existe un valor mágico del dólar que favorezca a todas las empresas y tampoco al tramado socioeconómico del país, sino que se trata de un equilibrio necesario que es producto de muchos factores, de una gran complejidad, y no depende solo de este parámetro, por más importante que sea.
Precisamente más adelante, el economista se refirió a los factores que pueden afectar el tipo de cambio nominal. Entre ellos mencionó a la inversión extranjera directa, que resumió como “capital de riesgo que viene a generar empleo”.
Precisamente, la entrada de dólares a la economía (niveles récord en 2023) es un aspecto que en el último tiempo las autoridades de gobierno han señalado como uno de los elementos que ha puesto presión sobre el tipo de cambio.
En la lista de factores que pueden tener incidencia también mencionó a la estabilidad económica, motivada, según explicó por inflación baja, regla fiscal, competitividad, infraestructura, apertura comercial, y sobre todo, la productividad.
Por último, Ribeiro se refirió a la estabilidad política. “Voy a decir algo que les va a sonar raro, pero quiero compartir las responsabilidades. Ustedes son responsables del tipo de cambio que hay hoy en Uruguay, todos los legisladores, todos los políticos de este país, los que estuvieron, los que están y los que van a venir, por la estabilidad política de Uruguay, por la democracia que vivimos en Uruguay, por el respeto al Estado de derecho, y eso no es patrimonio solo de un gobierno, sino que es una construcción al cabo del tiempo y atrae inversión. Por suerte atrae inversión, porque es la que da empleo y mejora la calidad de vida de los uruguayos, que es lo que todos queremos”.
“¿Qué gobernante puede no querer eso? Entendamos que mientras tengamos un país estable –ojalá lo sigamos teniendo– el tipo de cambio en Uruguay no va a ser fuente de explicación ni de mejora de la competitividad. Lamentable o afortunadamente, es así. Sí hay que trabajar sobre la competitividad. Allí se juega el futuro del país porque Uruguay tiene que crecer a tasas altas. Necesariamente debe ser así porque tenemos una sociedad demandante y está bien que lo sea”, añadió el economista.
Por cierto, es muy relativo que el Banco Central no tenga incidencia sobre el valor del dólar, pero en cambio sí tiene un margen acotado, y el manejo por lo tanto responde a los factores mencionados por el economista pero también a decisiones políticas del gobierno de turno, porque un dólar deprimido es utilizado sistemáticamente para control de la inflación y consecuente sostén del poder adquisitivo del ciudadano, en tanto un dólar alto es un instrumento deseado por los exportadores para tener mayor competitividad, a la vez que por otro lado también cubre ineficiencias y problemas de gestión empresarial, llegado el caso. No es aventurado por lo tanto señalar que el precio que debería tener el dólar en Uruguay es un dilema de todos los días, sobre todo a partir de que en gobiernos de todos los partidos sin excepción la divisa norteamericana es utilizada como freno para la inflación.
Con miradas desde diversos ángulos, lo que surge nítidamente es que se debió haber hecho correcciones en su momento para reducir esta dependencia del anclaje del dólar en cuanto a estabilidad e inflación, todo lo que ha llevado a que Uruguay resulte efectivamente un país caro en la comparativa internacional, y en este sentido la responsabilidad es compartida por los sucesivos gobiernos, que con mayor o menor énfasis se han valido de la misma herramienta para sostener la economía sin mayores traumas y sin pagar demasiados costos políticos.
Es que en esencia el tema es cómo hacemos para ser más baratos en la comparativa internacional sin hacer que el dólar suba en forma desequilibrante y consecuentemente también lo acompañe la inflación, haciendo entonces que los costos también suban y por ende perdiendo por un lado lo que se gane por el otro. Hasta ahora, ningún gobierno le ha encontrado la vuelta, lamentablemente, porque hay costos políticos de por medio, con reformas estructurales pendientes que no se hacen de la noche a la mañana, y así seguimos dando vueltas a la noria, con pasajes de facturas de unos a otros en cada campaña electoral, con retoques cosméticos, pero sin ningún cambio de fondo que valga la pena. → Leer más