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Dueño, tutor, mamá y papá
El fin de semana anterior se celebró el Día de la Madre, clásico festejo que no deja de ser controversial para algunos sectores de la sociedad, por motivos que ya todos conocen y no me corresponde ni es el lugar donde reflexionar al respecto ahora. Sin embargo, me hizo pensar en cuántas veces, sobre todo en el mundo moderno, se tilda de madres no solo a las que tienen hijos humanos.
Aquí mismo, desde hace años hablamos de nuestros perrhijos, porque somos humanomadres y humanopadres. Este vocabulario jocoso se convierte en una realidad cuando en la vida diaria las mascotas son casi verdaderos vástagos para muchas personas que, por elección o consecuencia, proyectan en los animales sus sentimientos parentales.
Y la pregunta es inevitable: ¿qué somos para nuestros peros?, ¿cómo se definiría cada uno de ustedes?
¿Somos dueños, tutores, cuidadores, padres, familia?
Mientras lo piensan, déjenme decirles que en mi caso afortunadamente la vida me otorgó el beneficio-responsabilidad de un hijo humano, pero antes y después de su llegada fui adoptando animales a los que he considerado casi hijos, por elección personal (salvo hace un mes, cuando cierta criatura decidió por sí sola pasar a formar parte de nuestra familia).
Y si bien hay muchos lectores en este momento en la misma situación, seguramente otros pensarán que estamos locos, que no se puede comparar la crianza de un perro con la de un hijo, y varios etcéteras que no necesito resaltar.
EL DIVÁN DE ERAGON
¡Hola, humanoamigos! Qué tema el de hoy, ¿eh? Bueno, digan lo que digan ustedes, muchos de nosotros los consideramos nuestros humanopadres ¡y listo! No voy a analizar esto ni ahora ni nunca. ¡Además, estoy muy ocupado porque hoy mi diván se llenó de invitados! Y precisamente se trata de una familia multiespecie bastante numerosa (los caninos superan a los humanos en número) y que demuestra que con amor y dedicación es posible una convivencia armoniosa. Como la que tienen en su hogar Naithan, Zoe, Raisa, Selva, Cielo, Gloria y Junior. Sí, siete adorables criaturas –Naithan y Zoe son los padres de los demás– a los que Susana y Mario están criando de una forma admirable, y no son precisamente de peluche.
Más allá de que sean los ahijados de mi Huma –lo cual me pone un poco celoso de a ratos– debo reconocer que se portan súper bien, porque sus humanopadres les dedican tiempo y son conscientes de que los perros no hablamos español y nos hacemos entender de otras maneras. Y saben que basta estar atentos a nuestras señales para captar lo que nos pasa, de manera que en esta gran familia no suele haber inconvenientes, salvo algún entredicho que se soluciona enseguida pues los perros no guardamos rencor.
Muchas personas pensarán que es una locura vivir con siete ejemplares de Ovejero Alemán. Es cierto, es de las mejores locuras que se les pueden ocurrir a los humanos. ¡Palabra de perro! Ojalá muchas más familias fueran tan locas como esta (y como la nuestra). Y ahora debo dejarlos porque mis amigos me reclaman, y hoy son muchos con los cuales divertirme. Los espero, como siempre, en mi Diván, a través del WhatsApp del diario (099334433)