El daño causado por la radiación UV en nuestra piel es “acumulativo y permanente”

Desde hace varios años nuestro país presenta las tasas más altas de incidencia y mortalidad por melanoma en Latinoamérica, lo cual para nada nos hace motivo de orgullo. Por el contrario, las políticas de salud y principalmente la cátedra y la Sociedad Uruguaya de Dermatología continúan dando batalla a la educación como aspecto primordial para poder entender los riesgos que existen al exponernos al sol sin las medidas necesarias.
En tal sentido, la dermatóloga Natalia Dorado explicó a EL TELEGRAFO que las estrategias de educación más eficaces “son los programas educacionales y hablar de este tema año a año. Es súper importante el diagnóstico precoz, porque esto mejora altamente la tasa de curación y el pronóstico para nuestros pacientes. Si hablamos de números según la Comisión Honoraria de Lucha contra el cáncer, nosotros tenemos ocho casos nuevos por día de cáncer de piel no melanoma, y un paciente que fallece cada nueve días. Y la cantidad de casos de melanomas son tres por día y fallece una persona cada cuatro días”, precisó.

¿QUÉ ES EL BRONCEADO?

La especialista explicó que el bronceado, práctica que tuvo su auge hace varios años y que poco a poco ha ido perdiendo adeptos, es “la respuesta de nuestro organismo a la agresión que determina la radiación ultravioleta”. “Es una especie de paragüita que genera nuestra piel para protegerse del daño solar provocado por la radiación ultravioleta que se genera en muestras células y en nuestra piel”, dijo.
Si bien a simple vista el bronceado puede ir desapareciendo gradualmente “ese daño va a quedar, es acumulativo y permanente”, precisó Dorado. “Cuando nosotros hablamos de que la piel tiene memoria es así, porque nos va a pasar factura con el correr de los años. Ese bronceado, esa exposición y antecedentes de quemaduras solares nos van a determinar un riesgo en futuro que se va ir acumulando”, agregó.

“Si hablamos de bronceado sabemos que nos va a aumentar el riesgo del cáncer de piel y el envejecimiento cutáneo. Es muy característico que la piel que recibió mucho bronceado o se expuso mucho a la radiación UV va a tener más arrugas, más manchas, todo eso provocado por ese daño vinculado al bronceado acumulativo”.

Tomar sol hasta quedar color bronce “es una moda que se implantó. En determinado momento hablábamos de bronceado al referirnos a esas pieles que nos hacían ver más lindos y hoy en realidad sabemos que eso no es así. No hay un bronceado saludable. No hay por qué asociarlo a la belleza y por suerte eso lo creo y sentimos ha ido cambiando un poco. Los adolescentes están adquiriendo el hábito de que no es necesario estar bronceado o vincular la belleza a las pieles bronceadas; lo vemos en los países europeos y en famosas que cada vez promueven más el hábito de no relacionar el mismo con la belleza”, comentó.

LA CONCIENTIZACIÓN

Es importante “la concientización, porque los casos de cáncer de piel están determinados por tres cosas principales: la genética, el ambiente y la inmunidad. El único de éstos que podemos modificar es el ambiental, que es la radiación ultravioleta, que es el factor de riesgo conocido que promueve el cáncer de piel. Esta radiación va a determinar un daño solar que es agudo o inmediato, que es el que podemos ver a veces con las quemaduras solares o las reacciones fotoalérgicas, reacciones de piel que se producen por la exposición solar de forma aguda, o el daño solar crónico que me va a determinar el envejecimiento cutáneo y el cáncer de piel”, dijo.

Para eso es necesario, como primera regla, “evitar el sol. Hay varias cosas que sugerimos para disminuir el riesgo de este daño solar ya sea acumulativo o no, o ese daño de quemaduras solares que también aumentan el riesgo de cáncer de piel. Así como evitar el sol directo entre las 10 y las 16, porque en ese momento el índice de radiación UV es altísimo, tenemos que estar atentos al reloj. A veces les decimos a los niños que un detalle es mirar su sombra, si la sombra es larga ellos pueden estar jugando afuera, y cuando la sombra es cortita –en la hora de la siesta, por ejemplo– cuidarse y estar adentro”, detalló Dorado.

Además, buscar “lugares que estén protegidos con sombra”. Comentó que es bueno recordar “que las superficies brillantes como la arena (y la nieve), el agua y el hormigón reflejan y aumentan la radiación de UV. Por lo que estando bajo la sombrilla pero en la playa, por más que la sombrilla sea la mejor del mundo, igual estamos recibiendo la radiación reflejada”.

También instó a utilizar “gorros de ala ancha” y “ropa con protección UV o de trama apretada y oscura, lentes con protección UV y en lo posible que sean envolventes y de mayor tamaño”. Respecto al protector solar “es una medida más, no es la única, pero debemos tener presente que sea de un factor de 30 o más, aplicarlo en piel seca, veinte minutos antes de exponernos al sol, y que hay que reaplicarlo cada dos o tres horas, o frente a sudoración o al entrar al agua”, indicó.
Otro dato interesante es que el protector sea “de amplio espectro UVA, que debe decir alta o muy alta o tener crucecitas dibujadas, y el UVB de 30 a más”.

“Los niños antes del año no se pueden exponer a la radiación de UV; son nuestro principal objetivo a cuidar, más aún que antes de los seis meses no podemos aplicarles protector solar pero sí podemos incorporar los lentes de sol, la ropa con protección UV y la ropa oscura”, dijo Dorado. “Recordar además que los días nublados y ventosos también nos debemos proteger” y usar protector solar.

“Nuestro foco desde hace unos años está puesto en las camas solares. Sin dudas que sabemos que menores de 18 años no pueden estar dentro de una cama solar y sugerimos la no utilización de camas solares, pero sí podemos usar cremas autobronceantes”, comentó la médica. No menor es el hecho de controlarse la piel con un dermatólogo de manera anual “o según la sugerencia del dermatólogo, o según algunos pacientes que requieren controles”, dijo Dorado.