Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente y la temática definida para este año tiene que ver con la “Restauración de la tierra, resiliencia a la sequía y desertificación”. El mensaje además alude a la imposibilidad de “retroceder en el tiempo, pero sí podemos hacer crecer los bosques, revitalizar las fuentes de agua y restaurar los suelos. Somos la generación que puede hacer la paz con las tierras”, y añade la etiqueta (hashtag) #GeneraciónRestauración. Si bien, de buenas a primeras, no es un tema que parezca relacionarse directamente con las principales preocupaciones ambientales actuales en el país, de todos modos no dejan de ser preocupaciones que existen el del empobrecimiento de los suelos, que a la vez los hace más demandantes de la utilización de productos químicos para sostener la productividad, y el del acceso a fuentes seguras de agua, que en este momento no es un dolor de cabeza, pero alcanza para ello con que deje de llover algunas semanas (toquemos madera).
Pero en nuestro país, además, esta fecha se asocia desde los últimos dos años con la realización de un evento de gran magnitud, que este año volverá a realizarse en el Antel Arena, en Montevideo, como lo es la Expo Uruguay Sostenible que organiza el Ministerio de Ambiente. Esta feria, nacida para darle un contexto de mayor relevancia a la entrega del Premio Uruguay Sostenible, se ha vuelto una muestra de una cantidad de acciones y emprendimientos que se llevan adelante en el país y que tienen en común el desvelo por producir con un impacto reducido o inexistente, “corregir” o atenuar el impacto que generan en el ambiente otros emprendimientos productivos. Una fiesta de la economía verde a la que se pliegan organizaciones y empresas públicas y privadas, los diferentes estamentos de gobierno y el público, que suele concurrir en un muy buen número para conocer e interiorizarse sobre la temática. Además suele ser la Expo un ámbito del que se aprovecha el simbolismo para dar a conocer novedades, para firmar acuerdos y para realizar presentaciones sobre las acciones que se llevan adelante en Uruguay. También para seguir generando conciencia, en chicos y grandes, porque hay actividades para todos los gustos. Ya hemos planteado anteriormente que no sería mala cosa que por más que no sea toda la muestra, al menos una selección de los contenidos de la Expo debieran tener una modalidad itinerante por los diferentes departamentos, como ha ocurrido con otras exposiciones, como Ciencia Viva, por ejemplo.
Pero todo esto del cuidado ambiental y la concientización, va muchísimo más allá de solamente enseñar a los niños a generar menos residuos, a reutilizar y a que los residuos que se generan deben ser depositados en su lugar correspondiente, porque pueden tener una segunda vida gracias al reciclaje. Todo esto hay que hacerlo, claro que sí. Y queda mucho por hacer en ese sentido, también. Pero también hay cosas que se pueden hacer en otras áreas y Uruguay ha logrado posicionarse como un país con buena consideración en el contexto internacional por algunas acciones que ha llevado adelante, como por ejemplo la emisión de un bono cuyo resultado está atado al cumplimiento de determinados objetivos ambientales. Esto es claro: si los objetivos se cumplen, el país paga menos por esa deuda contraída, si no se cumplen, pagamos más. Es una forma de obligarse a tener presente que las cuestiones ambientales deben estar sobre la mesa.
Recientemente aludió a este tema de la relación entre economía y medio ambiente nada menos que el presidente del Banco Central del Uruguay, (BCU), el economista Diego Labat, al participar del II Foro de Sostenibilidad, organizado por el banco BBVA Uruguay (completo en https://www.youtube.com/watch?v=hxSqSQXwdT4), quien dijo que hasta han recibido cuestionamientos en algún momento por meterse en este tema. Sin embargo enfatizó que así como “la evidencia científica nos muestra lo que está haciendo el cambio climático y que claramente la actividad humana es la responsable”, también entiende que la actividad humana “tiene la capacidad de actuar” y es allí que aparece el rol del banco “para facilitar que los recursos financieros vayan hacia el cuidado del ambiente”. Pero el compromiso de la institución va más allá, ya que se entiende que el cambio climático “podría empezar a tener efecto sobre la estabilidad financiera”, si bien es algo que todavía se ve lejos, es un riesgo que se considera real, en caso que no se actúe. “Hay algunos ejemplos que empiezan a aparecer. Nosotros tenemos el rol de velar por la estabilidad financiera, entonces también es importante para el banco anticiparse y actuar”, dijo. En ese sentido destacó que en 2020 se creó en el BCU un Departamento de Finanzas Sostenibles y comenzó un trabajo de concientización con varios ministerios y agencias. En una segunda etapa, con apoyo de organismos internacionales, se crearon las Mesas de Finanzas Sostenibles “para poner el tema en agenda con toda la industria, con tareas de sensibilización, de capacitación”. Y en el marco de ese trabajo, en estos días se presentarán dos guías prácticas “para que el sistema financiero tenga referencias”, relacionadas con Ganadería y Energía y Transporte. “La idea es que a partir de esas guías el sector privado tenga referencias para empezar a actuar, para saber cómo moverse” a la hora de canalizar los recursos e ir evitando el greenwashing, que es el término con el que se refiere a acciones que aparentan ser positivas para el medio ambiente, pero que solamente son un lavado de cara desde las relaciones públicas. Labat comentó asimismo que el banco ha empezado a incorporar a los criterios para elegir a sus contrapartes extranjeras el de sostenibilidad. “Cuando evaluamos, por ejemplo, un banco que es contraparte, no solo miramos su calificación de riesgo tradicional, sino que empezamos a mirar otros aspectos que tienen que ver con la sostenibilidad en los criterios de selección, también son pasos que hay que ir dando con mucho cuidado, pero que entendemos que es parte del camino”. Estas acciones no son otra cosa que una demostración de coherencia de parte de un país que no se cansa de reclamar que los esfuerzos que se realizan tengan un reconocimiento a la hora de posicionarse sus productos en el acceso a los mercados y en los precios a los que se comercian. Porque nada de esto es gratis, por supuesto.
¿Puede este tipo de cosas borrar de un plumazo tantas cosas que sabemos que pasan en nuestro país, como los problemas de contaminación que se constatan constantemente en los peces del río Uruguay, por ejemplo, o las floraciones que aparecen un verano sí y al siguiente también? No, claro que no. Pero también es oportuno que en este día reconozcamos que se están haciendo esfuerzos en la dirección correcta y nos pueden servir de ejemplo.
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