Qué ver en Netflix: El Eternauta

El Eternauta

Cuando en la década de los ‘50 Héctor G. Oesterheld como guionista y Francisco Solano López como dibujante pergeñaron la historieta de El Eternauta, lejos estarían de imaginar lo que sucedería varias décadas después.
Oesterheld, como sus seguidores saben, no solo fue uno de los autores más importantes de la historieta argentina y mundial, sino que también es uno de los desaparecidos durante la dictadura del vecino país, así como también sus cuatro hijas. Un peso enorme e inevitable cada vez que se habla de él.
Entonces, cuando hace más o menos veinte años se hablaba de hacer una película con su obra más famosa, siempre aparecía el tema de la producción. La directora había sido elegida, Lucrecia Martel, pero idas y venidas en la preproducción lo complicaron todo. El tiempo pasó, primero las series y luego las plataformas se apoderaron de todo y la globalización hizo el resto.
Ahora las plataformas, con Netflix a la cabeza van a prácticamente todos los países del mundo, ponen su dinero y hacen realidad muchas cosas que habían quedado en la sola intención, como por ejemplo, El Eternauta. Toda una estrategia comercial que, por ahora, sigue llenando las arcas ya repletas de Netflix y que, mientras siga siendo rentable así seguirá.
Sin embargo, en el proyecto de la serie no estuvo Lucrecia Martel, directora talentosísima que no da su brazo a torcer ante productoras de ningún porte (es conocida su negativa a trabajar con Marvel cuando le informaron que las escenas de acción ya estaban realizadas antes de comenzar a filmar). El elegido entonces es Bruno Stagnaro, y si bien se habla mucho ahora de los aciertos del casting para el elenco, el primer gol es haber incorporado a Stagnaro. ¿Porque es un director excelente? Sí claro, pero además, luego de su debut en la década de los ‘90 con la notable Pizza, birra, faso, se especializó en las series teniendo en su haber al menos dos ejemplos grandiosos como Okupas y Un gallo para Esculapio.
Los de Netflix sabían lo que hacían cuando lo contrataron. Así que ahora El Eternauta se mueve. Salta de los cuadritos de la historieta a la pantalla. Pantalla chica pero pantalla al fin.
Pero a ver, Ricardo Darín tiene algunas décadas más que el personaje imaginado por Oesterheld y Solano López. Es cierto, pero es Darín, tal vez el actor argentino más reconocido a nivel global y eso a Netflix le interesa muchísimo. Además siempre cumple y aquí en El Eternauta consigue uno de los mejores papeles de su carrera.
También está nuestro César Troncoso, que vendría a ser algo así como un Darín uruguayo ya que también ha trascendido las fronteras de nuestro país y también es un placer verlo en el personaje más complejo de todos, el mejor amigo del protagonista, un acumulador y todólogo que se ufana de estar muy preparado para el cambio radical que tiene el mundo en el que vive.
Marcelo Subioto, Carla Peterson, Andrea Pietra y especialmente Ariel Staltari, el más joven del grupo y también coguionista, completan un grupo de intérpretes que, como decía, después de la elección de Stagnaro como director, son el gran acierto de la serie.
Hay que resaltar esto porque se habla mucho de la gran producción y de los efectos especiales, que realmente son excelentes, pero de nada valdría eso si no estuviera bancado por un elenco y una historia así.
Pero claro, lo que pasa aquí es que gracias a lo imaginado por sus autores, por la globalización y por el auge de las plataformas, ahora podemos ver que ciertas historias que solamente ocurrieron durante décadas en Estados Unidos, también pueden desarrollarse aquí en Sudamérica. Porque la ciudad de Buenos Aires es también un personaje. Y en este caso bajo un aspecto muy diferente porque la primera llamada de atención para los protagonistas que, como todos los jueves juegan al truco, es la nieve. Nieve en Buenos Aires en diciembre.
Eso y comprobar que no se trata de una nieve inofensiva es suficiente para que se desarrollen los primeros tres capítulos de los seis de esta primera temporada. Lo que viene después lo saben los lectores de la historieta, pero es prudente no revelarlo ahora ya que la principal virtud de la serie es que funciona para los que conocen de qué va y también para los recién llegados al universo de Oesterheld.
Hay también un aspecto que es un apoyo a la narrativa de la serie que también hay que apuntar como un enorme hallazgo: la música. Stagnaro y la producción hacen gala de un oído a prueba de épocas y gustos eligiendo temas clásicos de Manal, Billy Bond o Mercedes Sosa, pero también más recientes de Soda Estéreo y El Mató a un Policía Motorizado.
De todo eso los autores de la historieta, al momento de escribirla y dibujarla solo conocerían a Mercedes Sosa. Nunca imaginaron uno de los momentos cumbres de su historia musicalizado, por ejemplo, con Jugo de tomate frío.
Es algo así como mágico, o mejor dicho y para estar a tono con El Eternauta, fantástico.
Fabio Penas Díaz