Hace pocos días el presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva había instado a su colega francés Emanuel Macron a que “abriera su corazón” para dar luz verde a la firma del tan postergado acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, pero el presidente galo ha ignorado esta apelación, como era de prever, ante las fuertes presiones que está afrontando en su país de sectores que consideran que se verían seriamente perjudicados por este acuerdo, como es el caso de sus productores del agro, ya fuertemente subsidiados por fondos estatales.
Es que como animal político, no podía esperarse otra cosa de un mandatario que resiste la posibilidad de pagar costos políticos ante su electorado, y que por lo tanto evalúa las cosas en la perspectiva personal y partidaria y no en la del interés general, como suele ocurrir, lamentablemente, y que marca la diferencia entre los verdaderos estadistas y los políticos que siempre pretenden estar en la cresta de la ola, recibiendo halagos de la tribuna aún sabiendo que sus decisiones le juegan en contra.
Otra cosa no puede extraerse como análisis del hecho de que en las últimas horas representantes de Francia e Italia –las dos mayores economías agrícolas del viejo continente– se reunieron para reclamar un arreglo “justo” para sus productores agrícolas.
Las representaciones de ambos países reclamaron conjuntamente que el Acuerdo Mercosur-UE (Unión Europea) sea de “mayor equilibrio” para proteger eficazmente el sector agrícola y hacer respetar las reglas sanitarias europeas; mientras estadísticas muestran que la UE aumentó en un 25% sus compras al bloque latinoamericano.
Ambas naciones coincidieron en esa postura durante una visita del ministro delegado para Europa de Francia, Benjamin Haddad, al ministro italiano de Asuntos Europeos, Tommaso Foti, en Roma, el pasado 18 de junio, según un comunicado difundido el viernes por el equipo del representante francés.
Aunque el mensaje subraya que tanto Francia como Italia apoyan el libre intercambio justo y recíproco, así como los acuerdos comerciables sostenibles, ya que son un motor de crecimiento esencial y una puerta de acceso a nuevos mercados para las empresas nacionales, también destacan las desventajas que a su juicio tienen los agropecuarios europeos frente a los americanos.
“Italia y Francia consideran que, aunque contiene ventajas, el acuerdo de la UE no protege suficientemente a los agricultores europeos contra los riesgos de perturbación del mercado y no garantiza de forma sostenible la soberanía alimentaria del continente”, precisaron las fuentes. Es por eso que reafirmaron la necesidad de incluir cláusulas que les puedan garantizar equidad en las normas sanitarias, medioambientales y sociales, de modo que haya equilibrio entre los productores a los dos lados del Atlántico.
De acuerdo a datos publicados por la oficina de estadística comunitaria, Eurostat, en 2024 la UE importó por valor de 56.000 millones de euros y exportó 55.200 millones de euros en mercancías procedentes de los cuatro países fundadores del Mercosur: Uruguay, Argentina, Brasil, y Paraguay. En comparación con datos del 2023, esto supuso un aumento del 4,2% de las importaciones y una disminución del 1,3% de exportaciones.
Además, en la última década las importaciones de la UE aumentaron en 18.800 millones de euros, un 50,3% más, y las exportaciones en 11.100 millones de euros, un 25,1% más. Por su parte, los productos más importados por la UE fueron el petróleo y productos y materiales relacionados (12.100 millones de euros); piensos para animales (7.100 millones de euros); café, té, cacao y especias (5.200 millones de euros); minerales metalíferos y chatarra (4.900 millones de euros), y semillas y frutos oleaginosos (3.700 millones de euros).
A su vez los productos más exportados de la UE al Mercosur fueron los medicinales y farmacéuticos (6.800 millones de euros), maquinaria y equipo industrial en general (5.400 millones de euros), vehículos (4.800 millones de euros), maquinaria especializada para industrias concretas (3.400 millones de euros) y maquinaria, aparatos y dispositivos eléctricos (3.000 millones de euros). Surge claramente, asimismo, la dicotomía en cuanto al valor agregado que se da en uno y otro bloque a los productos que forman parte del intercambio comercial, por cuanto en el continente europeo se dota de un alto porcentaje de valor agregado a lo que vende, y en cambio desde el Mercosur se colocan producciones primarias y materias primas sin procesar, lo que se traduce en una sustancial diferencia en el reciclaje de recursos dentro de fronteras, en la calidad del empleo, en desarrollo y calidad de vida.
Quiere decir además que no son equivalentes las cifras en cuanto a los beneficios en una y otra región para la comparación de cifras, a la vez que los europeos soslayan que ya desde hace muchos años, sobre todo Francia, Italia y Alemania, subsidian a sus productores para que no sucumban ante los similares importados, habida cuenta de las ventajas comparativas para producir estos rubros en los países del Mercosur.
Pero hay notorias disidencias en ese bloque: el ministro de Economía, Comercio y Empresa de España, Carlos Cuerpo, destacó como “esencial” el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), más allá de que las negociaciones del bloque europeo con Estados Unidos lleguen a buen puerto o no.
Es que sacudidos por los aranceles recíprocos impuestos por la administración republicana de Donald Trump en Estados Unidos, los países defensores del acuerdo con el Mercosur continúan presionando a los demás miembros de la UE para ratificar el acuerdo firmado en diciembre del año pasado en Montevideo.
Cuerpo entiende que “la continua ampliación” de la red de socios comerciales debe darse “independientemente de cómo termine la negociación con Estados Unidos. Mercosur juega un papel esencial”, remarcó.
En los últimos días, además, el canciller portugués Paulo Rangel afirmó que Portugal y España son “los grandes defensores” del acuerdo con el Mercosur y que juntos conformaron un “bloque extraordinario” que presionó a Europa a la apertura comercial con otros continentes.
Rangel manifestó que esta “comprensión” de Portugal y España de ir a un tratado de libre comercio con el Mercosur “no siempre fue visible en Europa”, pero que ambos países ibéricos lograron “un bloque absolutamente extraordinario sobre este tema” y lo que respecta a la cooperación con América Latina, pero también con África y Asia. El factor diferencial de los últimos meses, para que se ponga énfasis en este sentido, y mejoren las expectativas en el Mercosur, pese a las frecuentes dilaciones, está dado por las trabas que ha impuesto el presidente de Estados Unidos con sus elevados aranceles, ante sus socios europeos, y desde el Viejo Continente se han puesto las barbas en remojo y evaluado que al fin de cuentas el mal menor sería el acuerdo Mercosur-UE, para reducir dependencias ante la imprevisibilidad de Trump, que tiene otra dureza a la hora de presionar en su favor.
Es que como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y ante este escenario, seguramente en Europa tenderá a disiparse la oposición al acuerdo, dejando para otra oportunidad las excusas sanitarias y de preservación del medio ambiente, inventadas como último recurso por los lobbies para defender sus intereses. → Leer más