Alice Guy Blaché, la pionera olvidada del cine

El 22 de marzo de 1895, los hermanos Lumière proyectaron en París la que se considera la primera película de la historia: La salida de los obreros de la fábrica. Pero los hermanos franceses tenían una visión más bien científica del cine, de hecho nunca se interesaron por la vertiente artística ni comercial que ofrecía el invento. Tanto es así que serían otros quienes exploraron las oportunidades de contar historias que el nuevo arte sin duda tenía. Uno de aquellos pioneros fue Georges Méliès, considerado uno de los pioneros de la ficción y de la ciencia ficción cinematográfica. Sin embargo hubo otra persona que muy pronto comprendió las enormes posibilidades que tenía el cine, y supo ver el espléndido futuro que esperaba al que conocemos como séptimo arte. Y esa persona fue injustamente relegada al olvido por el mero hecho de ser mujer: Alice Guy Blaché.
Tras casarse en París, los padres de Alice regresaron a Santiago de Chile, donde el padre era dueño de una librería. Pero una devastadora epidemia de viruela que se desató en el país andino obligó a la familia a regresar a Francia junto con sus cuatro hijos mayores; sería en la pequeña población Saint-Mandé, cercana a la capital, donde nacería Alice el 1º de julio de 1873. La infancia de la niña discurrió a caballo entre Suiza, Francia y Chile, donde la joven estudió en varios internados. Pero el padre de Alice murió el 5 de enero de 1891 y la madre se vio obligada a buscar un empleo para poder mantener a su familia; encontraría trabajo en la aseguradora Mutualité Maternelle.

Una carrera “femenina”

A pesar de que su madre acabó perdiendo el trabajo, Alice siguió estudiando lo que por aquel entonces era una nueva carrera “perfecta” para una mujer: mecanógrafa y taquígrafa. Gracias a ello, en el año 1894 Alice fue contratada como secretaria en Comptoir Général de la Photographie, una fabrica de cámaras y suministros fotográficos. De hecho, ese trabajo cambiaría su vida, ya que fue aquí donde comenzó a descubrir el mágico mundo de las imágenes y se dio cuenta de su potencial. Un año después, en 1885, Alice entró a trabajar como secretaria en la empresa de León Gaumont, uno de los pioneros de la industria del cine, cuando su compañía solo se dedicaba a la fabricación de equipos de fotografía. Un año más tarde, en marzo de 1895, los hermanos Lumière invitaron a Gaumont, y también a Alice, a una demostración de su cinematógrafo. Alice, que ya había realizado alguna obra de teatro de ficción y tenía facilidad para contar historias, habló con su jefe para intentar convencerlo del excelente futuro de aquel invento.

UNA CINEASTA INVISIBLE

Pero en aquel entonces, la visión del negocio que tenía Gaumont no coincidía en absoluto con la de Alice, y continuó apostando por la venta de máquinas de fotografiar (a las que consideraba un juguete para niños) y no por la producción cinematográfica. Por fin, en 1897, Gaumont se dejó convencer por Alice y creó una división dedicada a la producción cinematográfica cuya dirección confió a la propia Alice, con la única condición de que sus nuevas funciones no le impidieran seguir ejerciendo su trabajo de secretaria. En 1896, Alice realizó su primera película a la que tituló La Fee aux Choux (El hada de los repollos), una adaptación de un popular cuento europeo, unas semanas antes de que Georges Méliès entrara de lleno en el negocio cinematográfico. Pero el hecho de ser mujer jugó totalmente en su contra, e incluso su propio jefe, Léon Gaumont, apenas hace mención del trabajo de Alice Guy en sus memorias, publicadas en 1930, por lo que la figura de la cineasta ha sido prácticamente desconocida para el gran público hasta hoy.
Entre los años 1902 y 1907, Alice dirigiría más de cien fonoesferas, es decir, películas rodadas para el cronógrafo, un aparato que permitía sincronizar la imagen y el sonido grabados. Por desgracia, muchas de estas fonoesferas se perdieron, aunque sabemos de su existencia por cartas, periódicos de la época y libros. En 1905, Alice llegó a España donde rodaría Voyage en Espagne o La malagueña y el torero, película que fue coloreada posteriormente a mano y cuya copia restaurada puede verse actualmente en la Filmoteca Nacional de Madrid. Su siguiente película sería La pasión o la vida de Cristo, la que podría considerarse como la primera superproducción de la historia, con una duración de treinta minutos y para la que se usaron veinticinco decorados y más de trescientos extras, algo excepcional para la época.

SU PROPIA PRODUCTORA

En 1907, Alice se casó con un operador de cámara británico llamado Herbert Blaché, que era el encargado de dirigir las oficinas de Gaumont en Inglaterra y Alemania. Tras la boda, la pareja se mudó a Estados Unidos donde Alice en un principio decidió dejar su trabajo como realizadora para dedicarse a las labores del hogar y cuidar de su primera hija a la que llamó Simone. Aburrida, al final Alice convenció a Herbert para fundar en 1910 su propia productora a la que llamaron Solax Company, que pasaría a llamarse Blaché Features en 1913. La productora de Alice y Herbert llegó a rodar mil películas, desde westerns a comedias, y desde dramas a ciencia ficción. El éxito de la empresa parecía imparable. Pero las cosas acabaron torciéndose. Guy inició una relación extramatrimonial con una actriz y pidió a Alice el divorcio, que fue bastante tormentoso. Esta desagradable situación obligó a Alice a volver a Francia. No dirigiría ninguna película más y su nombre cayó en el olvido. Al final, incluso los libros de historia del cine redujeron sus méritos a los de una simple secretaria que, además, muy probablemente “habría” sido la amante de Gaumont. La propia Alice habló en una ocasión, en una entrevista concedida en 1912, sobre la diferencia que, según ella, presentaba la situación de la mujer en Francia y en Estados Unidos: “En Francia mientras una mujer esté, como se dice, en su lugar, no recibe ningún reproche, pero si asume y ejerce las prerrogativas asignadas a sus hermanos se la mira mal. La actitud hacia las mujeres en Estados Unidos es muy distinta”.

Según los investigadores del cine, una de las aportaciones más importantes de Alice Guy a la industria cinematográfica fue la inclusión de los efectos especiales, cosa que hizo utilizando técnicas de máscara de doble exposición, filmando secuencias en retroceso o con dobles exposiciones del negativo.
En 1953, a Alice Guy se le concedió la Legión de Honor, la mayor distinción que otorga el gobierno francés. Algunos años más tarde, en 1957, recibiría un homenaje por parte de la Cinemateca francesa por haber sido la primera directora de cine de la historia. En 1964, Alice decidió regresar a Estados Unidos en compañía de sus hijas para intentar recuperar su filmografía, pero no encontró prácticamente ninguna de sus películas y las pocas que pudo localizar se escondían bajo nombres masculinos. Alice Guy murió en una residencia de ancianos a la edad de 95 años en el más completo anonimato.