Escribe Ernesto Kreimerman: Se rearma Alemania y se hace laxo el control fiscal en EE.UU.

De un modo u otro, sea usted un lector versado en asuntos públicos o un ciudadano distraído, no le escapa el crítico momento que atraviesa el mundo, en especial, la economía. Aunque solo sea por los titulares, sabe que el número de conflictos no solo ha crecido, sino que la violencia de los mismos se ha intensificado, y que países ricos y pobres han conseguido el financiamiento necesario —de muchos miles de millones de dólares y/o euros— para hacer frente no solo a la compra de armamento moderno, sino también a municiones y otros materiales bélicos, como misiles y, especialmente, aviones no tripulados.
Solo a modo de ejemplo, una investigación publicada el miércoles de la semana pasada por investigadores del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW) y la Universidad de Tubinga concluye que, para 2026, Ucrania habrá perdido aproximadamente 120 mil millones de dólares de su rendimiento económico debido a la destrucción y las restricciones a la producción y el comercio impuestas por la invasión rusa.
Pero el estudio fue más allá y estimó la sobrecarga económica para terceros países no implicados directamente en la guerra, otorgándole una dimensión aún más severa. En efecto, los académicos estiman que se perderán aproximadamente 260.000 millones de dólares en el rendimiento económico global durante los cinco años comprendidos entre 2022 y 2026. De esa carga, a los países de la Unión Europea les corresponde no menos de 70.000 millones de dólares. Solo el impacto que recae sobre Alemania asciende a entre 15.000 y 20.000 millones, dependiendo de las compras de equipamiento militar de última tecnología y los servicios que las respalden.

El cálculo

Para estos cálculos, importa precisarlo, se revisaron los costos de más de 150 guerras, desde 1870 hasta la actualidad. Se consideraron los impactos en el comportamiento de la macroeconomía, especialmente en la evolución del PBI y de la inflación, no solo en los años de guerra y su ferocidad, sino también en los cinco años posteriores al final de cada conflicto.
Por último, también se revisaron los efectos indirectos sobre terceros países, analizando los vínculos comerciales, tanto cuantitativa como cualitativamente, considerando además la proximidad geográfica y el desarrollo de infraestructuras logísticas.
Esta cuantificación del impacto económico de la guerra —o mejor dicho, de las guerras— nos recuerda la contundente afirmación de León Trotsky: “Puede que no te interese la guerra, pero la guerra está interesada en ti”.

EE.UU.: baja recaudación y laxitud

En uno de esos razonamientos simplistas de Trump, afirmó que, de acuerdo con los datos actuales de la economía, los anunciados aranceles que se impondrán a la brevedad permitirían, por la magnitud de sus montos, contar con recursos suficientes para financiar todos los planes postergados y aún habría fondos para otros asuntos, incluso aquellos que puedan surgir a partir de la nueva realidad fiscal, floreciente.
Sin embargo, la simple enunciación de esos rimbombantes anuncios, sin sustento alguno, es la expresión misma de la improvisación y el vacío, demostrando que no había detrás de esas manifestaciones más que humo.
Este sábado, “The Washington Post” publicó bajo un título destacado que “los ingresos fiscales podrían caer un 10% en medio de la agitación en el IRS (Servicio de Impuestos Internos)”.
“Los altos funcionarios de impuestos se están preparando para una fuerte caída en los ingresos recaudados esta primavera, ya que un número creciente de personas y empresas se niega a presentar sus impuestos o intenta eludir el pago de los saldos adeudados al Servicio de Impuestos Internos”, comienza la nota, firmada por el corresponsal especializado en asuntos económicos en el Congreso, Jacob Bogage.

Estas proyecciones son las que sustentan las estimaciones fiscales. En este sentido, “los funcionarios del Departamento del Tesoro y del IRS predicen una disminución de más del 10 por ciento en los ingresos fiscales para la fecha límite del 15 de abril, en comparación con 2024”. De acuerdo con tres miembros del IRS que hablaron bajo condición de anonimato, estos porcentajes expresados en números corrientes “equivaldrían a más de 500 mil millones de dólares en ingresos federales perdidos; el IRS recaudó 5.1 billones de dólares el año pasado. Para contextualizar, el gobierno de EE. UU. gastó 825 mil millones de dólares en el Departamento de Defensa en el año fiscal 2024”.
La causa de este cambio, según los funcionarios, “está directamente relacionada con el comportamiento de los contribuyentes y la rápida demolición de partes del IRS por parte del presidente Donald Trump”.

Estas proyecciones preocuparon, en primer lugar, a los propios funcionarios de la agencia tributaria, quienes alertaron primero a la administración, y al no encontrar respuesta, volvieron a reiterarlas y profundizarlas técnicamente ante el Congreso.
De acuerdo con un relevamiento de “The Washington Post”, estos técnicos y otros ya habían adelantado su preocupación y expresado “advertencias detalladas sobre estos resultados a la administración entrante”, incluso antes de que el presidente Trump asumiera el cargo.
Algunos miembros del círculo cercano al nuevo presidente, tratando de restar alarmismo a la preocupante proyección, recordaron que “la administración ha tomado medidas para despedir a casi 20.000 empleados de la agencia, apuntando específicamente a las nuevas contrataciones en las divisiones de servicios al contribuyente y aplicación de la ley. Ha despedido a más de 11.000 trabajadores de la agencia, aunque algunos de sus estados no están claros debido a casos judiciales que avanzan rápidamente”.

Pero expertos tributarios, conocedores del IRS, confiaron que la situación tiene otras connotaciones que tendrán consecuencias en la recaudación y en el prestigio del organismo. Al IRS se le ha ordenado “abandonar las investigaciones de corporaciones y contribuyentes de alto valor, según comentarios coincidentes de funcionarios de la agencia involucrados en esas investigaciones, porque ha tenido que reordenar los recursos para mantener operativos los sistemas internos”. Dos comisionados de la agencia han renunciado desde que Trump asumió el cargo. La jefa de cumplimiento del IRS, Heather Maloy, una de las áreas clave del control tributario, renunció el viernes pasado.

Son tiempos difíciles

Alemania prepara un presupuesto para la guerra, EE. UU. hace cambios para aligerar el control fiscal al estilo de Trump, mientras el mundo comienza a sufrir las consecuencias de una crisis tridimensional: institucional, intelectual y moral.